El Mundo

Pregunten por la eutanasia

- RAFAEL MOYANO

EL CIS no pregunta por la eutanasia desde hace una década. Es raro, no es el tema que más preocupe a los españoles pero nunca ha dejado de estar sobre la mesa. A estas alturas, mejor que ya no pregunte, porque el proyecto de ley que está tramitando el Congreso es iniciativa del Grupo Socialista y con Tezanos los resultados van a ser poco creíbles. Pero así a ojo, sin datos del encuestado­r oficial, tiene pinta de que el respaldo dado por los diputados a este proyecto se correspond­e con una fuerte demanda social. En 2011 a la pregunta del CIS de si «¿está usted de acuerdo con que se apruebe una ley que regule el derecho de las personas a tener una muerte digna?», las respuestas afirmativa­s superaron el 77%. En 2009, se planteó la cuestión de forma más directa –«¿cree que debería regularse por ley la eutanasia»– y se mostraron de acuerdo un 70% de los entrevista­dos.

A los médicos también les han preguntado –no el CIS, que la última vez que lo hizo fue en 2002– sus propios colegios profesiona­les. En Vizcaya o Madrid, por ejemplo, se declararon partidario­s en una encuesta realizada el año pasado más del 86%. Es la respuesta de los que se dedican a alargar vidas o a hacerlas más llevaderas, pero también de los que están más cerca de la muerte y del dolor ajeno. Apoyan la eutanasia, y también el derecho a la objeción de conciencia de los que no quieran aplicarla.

Una ley de eutanasia es una garantía más del Estado hacia el ciudadano, el reconocimi­ento

Eutanasia, ‘buena muerte’, es morir con dignidad frente al sufrimient­o, porque el dolor es aún mayor cuando es inútil

del derecho del ser humano a decidir sobre lo más suyo, su propio cuerpo. No se trata solo de despenaliz­arla, es cuestión, sobre todo, de regulariza­rla para tenerla bajo control. Un control médico que evite que se abra una puerta por la que todo quepa. No se empuja a nadie hacia su muerte. Es más, leído el proyecto de ley, parece que lo que prima es ayudar al solicitant­e a que cambie de idea. Resulta bochornoso oír a la diputada Méndez, de Vox, comparar la eutanasia con la «solución final» de Hitler o al diputado Echániz, del PP, calificarl­a de «medida de recorte de gasto». Decía mi padre que se negaba a hacer excursione­s del Imserso porque el Gobierno tiraba los autobuses por las cunetas para pagar menos pensiones. Sí, era una broma.

Eutanasia, etimológic­amente buena muerte, es eso, morir con dignidad frente al sufrimient­o, porque el dolor es aún mayor cuando es inútil. Y la medicina sabe bien cuando lo es. Con su regulación Ángel Hernández no tendría que haber ayudado a morir a su mujer ni estaría ahora en libertad con cargos esperando ser juzgado… por un tribunal de violencia machista. Pregunten.

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