El Mundo

Pívot y partido de la abstención

- RAÚL DEL POZO

Los sondeos fuera del periodo electoral son irrelevant­es. Suelen equivocars­e o mentir por encargo. En este otoño de hojas muertas a los pies de los políticos, el bloque de las izquierdas sigue venciendo al de las derechas, según el vuelo de los pájaros que se van. Pero nadie sabe a quién culpará el sabio pueblo español del bloqueo continuo. Todo parece indicar que, aunque está claro quién es el obstruccio­nista, la gente creerá lo que le interese creer.

«Sin nosotros no será presidente nunca». A pesar de la maldición gitana de Pablo Iglesias, es muy posible que Pedro Sánchez sea presidente en Navidad con 10 o 15 escaños más de los que tiene ahora y que se repetirá el vacile y la zarabanda, a no ser que Ciudadanos apague lo que quemaba. El Gobierno será de izquierdas o de centro-izquierdas, o como quieran llamarle, y el que lo presida será casi seguro Lutero disfrazado de apóstol Pablo, como se dice en «dieciocho Brumario» sobre el golpe de mano de Napoleón, el pequeño que, después de una época «de pasiones sin verdad y verdad sin pasiones, historia sin acontecimi­entos, llega una evolución cuyo único impulso es el calendario».

La gente quizás olvide quién paró el tiempo. Algunos recordarán que fue el pívot, cerca del aro, el que escondió el balón. Como jugador de baloncesto, Pedro Sánchez no sólo pelea contra el equipo contrario, sino contra sus propios compañeros; aprendió a encestar con la derecha y con la izquierda, a no dar un balón por perdido, y a crecerse en la adversidad. Ha creído con acierto que cada elección aumentará su mayoría hasta que arrolle. El PSOE puede crecer y seguiría necesitand­o socios que no quiere o que no le quieren para alcanzar la mayoría absoluta. Ciudadanos decrece, PP sube despacio, Podemos mengua, Vox cae. La mayoría de los votantes no han cambiado de siglas. ¿Y qué dicen las encuestas del partido de la abstención? Algunas la sitúan en el 34%, casi 6 puntos por encima de las anteriores y nadie sabe cómo va a reaccionar la gente después del deshueve al que le han sometido los políticos. Más de dos millones de ciudadanos no irían a votar, aunque esa apatía no significar­ía el retroceso de las izquierdas. También bajará la participac­ión porque ya nadie cree que viene el lobo. Dicen las encuestas que la cuarta parte de los votantes de Abascal volverá a casa por navidad. Pero el efecto de la apatía se dividiría en tres y el PSOE obtendría el apoyo de centro que las derechas le han regalado al pívot.

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