El Mundo

Bolardos

- RAFAEL MOYANO

EL POLICÍA Pedro, en la frontera de Melilla, cumplió con su deber. No de la manera más ortodoxa, pero sí de la más efectiva. No se lo pensó, cogió lo primero que tenía a mano, un bolardo de plástico de los que se utilizan para reconducir el tráfico, y neutralizó la amenaza, como se diría cursimente en argot policial. Vamos, que resolvió el problema de un bolardazo. Sin daños colaterale­s. He oído comentario­s negativos sobre la imagen que da la Policía española en el vídeo sobre el suceso que el ministro Zoido se apresuró a difundir, uno de los vídeos informativ­os más vistos del año (más de 100.000 reproducci­ones sólo en nuestra web). La acción no es de manual pero el resultado es sobresalie­nte. La amenaza, con la que está cayendo, no era pequeña: un hombre con un cuchillo de 25 centímetro­s que gritaba «Alá es grande». Por comparar, el mes pasado un yihadista atacó a un gendarme con un martillo ante Notre Dame y fue abatido de un disparo mientras cientos de personas eran retenidas en la Catedral. Y qué hubiera sido del joven marroquí de la frontera si el cuchillo jamonero se lo hubiera sacado a policías norteameri­canos. El control en el efecto acción-reacción es clave en una actuación policial. El policía Pedro lo tuvo.

Ayer la Generalita­t anunció que va a llevar ante el juzgado a la Guardia Civil porque, como policía judicial, está investigan­do a miembros de su Gobierno. La Justicia estaba esperando que se le diera pie, y se lo dio un juez, el ex senador y padre de la constituci­ón catalana Santiago Vidal. Se puso farruco y alardeó de que había una partida oculta de 400 millones para organizar el referéndum y de que con los datos fiscales de los que disponían se podía elaborar un censo. Vidal mostró el cuchillo y la Policía se dispone a neutraliza­r la amenaza. Asusta ahora oír hablar de sedición, suena fuerte, pero este y otros delitos ya estaban sobre la mesa. Concretame­nte la Fiscalía puso en alerta, en noviembre de 2015, a las fuerzas de seguridad del Estado ante los posibles delitos que se pudieran cometer en el proceso independen­tista, e incluyó los de sedición y rebelión. Entre 10 y 15 años de cárcel en el primer caso, entre 25 y 30 en el segundo. La Generalita­t habla de intimidaci­ón y ensalza el coraje de los suyos. Lo que se evidencia en los últimos días es que cuando han empezado a mostrar sus armas, el Estado ha sacado las suyas. De momento, no son más que bolardos, pero si la amenaza sigue creciendo no van a ser suficiente­s para neutraliza­rla.

«Lo que se evidencia en los últimos días es que cuando han empezado a mostrar sus armas el Estado ha sacado las suyas»

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico