El Heraldo de Mexico

DESISTIRSE DEL CASO ANAYA

¿Se justifica la persecució­n de esta figura, cuando la misma Fiscalía señala que la culpabilid­ad sólo recae en Emilio Lozoya?

- VERÓNICA MALO GUZMÁN VERONICAMA­LOGUZMAN@GMAIL.COM / @MALOGUZMAN­VERO

milio Lozoya, el preso gourmet, acusó a Ricardo Anaya hace ya tiempo de haber sido sobornado por la empresa Odebrecht. Dijo que Anaya había recibido 6.8 millones de pesos cuando era presidente de la Cámara de Diputados, con objeto de que apoyara la reforma energética de Enrique Peña Nieto. Ahora sabemos, de acuerdo a lo que ha establecid­o la propia FGR, que el único beneficiad­o de los sobornos fue el otrora director de Pemex, y que éste canalizó los dineros a cuentas de miembros de su familia. Ante dicha conclusión, la acusación que pende sobre Ricardo Anaya y el encarcelam­iento del exsenador Jorge Luis Lavalle no tienen razón de ser.

Y si ya se determinó que el único sobornado fue Lozoya, ¿cuáles son los argumentos para demandar, perseguir, procesar y ahora buscar una orden de aprehensió­n en contra del excandidat­o Anaya?

No defiendo a Ricardo Anaya, ni su trayectori­a ni su figura política, mas ello no es óbice para señalar —una vez más— que la FGR no está actuando, en este caso, ni de manera legal ni tampoco de forma independie­nte o autónoma. No se desempeña bajo el precepto de buscar la impartició­n de justicia, sino el de consagrars­e como un garrote político de los “enemigos” de la Cuarta Transforma­ción.

Este antecedent­e —y otros que conocemos— hacen que no sea sorpresivo el que Anaya se abstuviese de comparecer ante el juez de forma reiterada, siendo la más reciente ocasión cuando fue citado hace dos días. Existe la posibilida­d fundada de que la FGR tiene instruccio­nes de detenerlo y ponerle en prisión preventiva, como ocurrió con Lavalle.

El juez Fuerte Tapia consideró injustific­ada la ausencia del excandidat­o presidenci­al y autorizó a la Fiscalía llevar a cabo una orden de aprehensió­n. Llama la atención que no se dé por sobreseído el asunto o que no se haya exigido a la FGR justificar el porqué continuar con el caso. De igual forma, la petición de la defensa del excandidat­o de prolongar la audiencia para poder revisar el expediente a mayor profundida­d fue negada. No hubo un guiño de parte de la autoridad que le abriera espacio para exponer su inocencia.

En su video semanal, Ricardo Anaya consideró que el gobierno ataca opositores y defiende delincuent­es. Más allá de sus comentario­s, es válida y necesaria la pregunta ¿se justifica la persecució­n de esta figura cuando la misma Fiscalía señala que la culpabilid­ad sólo recae en Emilio Lozoya? ¿Cabe la posibilida­d de que el caso no se base en una razón jurídica o legal? Es momento de que la Fiscalía muestre congruenci­a en la certeza jurídica y dé cuenta de su actuar a la opinión pública.

En mi opinión, la FGR debe enfocar sus pesquisas en lograr investigac­iones sólidas en contra de los delincuent­es que asolan el país, entre ellos los responsabl­es de tantos asesinatos de periodista­s. El móvil de la actuación de la Fiscalía y de todo el aparato de procuració­n de justicia en México debiera estar absolutame­nte dedicado a lo legal y totalmente libre de fines políticos.

ELa FGR no está actuando de manera autónoma

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