El Heraldo de Chihuahua

Piloto enfiló hacia una barda; “causar menor daño posible”

- CARLOS RAMÍREZ/ El Mexicano

CD. JUÁREZ, Chih.- No a cualquiera le falla el motor de su aeronave a decenas de metros de altura, se estrella contra el suelo y queda con vida, este fue el caso del joven piloto aviador Javier Silva Guerra, quien narró desde una cama de hospital cómo impactó la avioneta que tripulaba contra una barda para evitar una tragedia mayor, cuando casi llegaba a la pista del aeropuerto de Ciudad Juárez, procedente de Aldama.

“Creo mucho en Dios, pero en esos momentos ni me acordé de orar, sólo pensaba en mi esposa e hija”, relató el hombre de 28 años, originario de la capital del estado, quien a un día de haber prácticame­nte renacido, aún está resentido por los golpes que sufrió en un violento impacto.

“En ningún momento perdí la calma ni el sentido, a pesar de que empezó a arder la aeronave”, narró con voz entrecorta­da el piloto, Javier Silva Guerra.

En entrevista con este medio, todavía convalecie­nte, en la cama de la habitación 103 del Hospital Ángeles, el piloto aviador accidentad­o relató la forma en que se registró el accidente que pudo acabar con su vida y con la de varias personas, entre ellas alumnos y maestros de una preparator­ia cercana.

Con escasos 28 años de edad, originario de la ciudad de Chihuahua, el joven piloto está casado con Yancarla Bejarano, de 22 años, con la que procreó una pequeña, ahora de unos 2 años.

La esposa fiel y madre de familia permanece a su lado, escuchando los relatos del adolorido pero afortunado hombre de su vida.

Salió procedente de Aldama, Chihuahua. Dijo que antes de salir a esta ciudad, recogería a unas personas, luego que se “aventaría una liebre”, revisó punto a punto el motor, los detalles, el encendido, todo

JAVIER SILVA G. PILOTO ACCIDENTAD­O

“En ningún momento perdí la calma ni el sentido, a pesar de que empezó a arder la aeronave”

marchaba sobre ruedas, sin embargo, al arribar al puerto aéreo juarense, a cuyo puesto de mando ya había solicitado permiso para aterrizar, la nave de repente perdió fuerza, sin más ni más, explicó.

Al apagarse el motor, trató de volver a encenderlo, como primera reacción, luego vio que no había posibilida­d y observó el panorama, estaba a escasos metros de la superficie terrestre.

Vislumbró que había muchas casas, una escuela (Cbtis 128), también la barda perimetral del aeropuerto, por lo que se enfiló a ésta

con la intención de causar el menor daño posible, pero ahí se impactó contra el muro y luego contra un poste de electricid­ad.

En ningún momento perdió la calma ni el sentido, “a pesar de que empezó a arder la aeronave, me dolía mucho la espalda y traía varios raspones, me lesioné la cabeza y otras partes del cuerpo”; unas personas, luego supo que eran trabajador­es de una cementera, se acercaron con una escalera y le gritaban que se retirara, además de preguntarl­e cuánta gente más iba de pasajeros.

Llegó la ambulancia, me atendieron, me subieron a otra ambulancia, la nave siniestrad­a es una Cessna 206, con cupo para el piloto y cinco pasajeros, refirió.

Dijo que le preguntaro­n que si podía acudir a esta localidad por unas personas, “era nomás ir y venir”, literalmen­te.

Aseveró creer en Dios, sin embargo, ante la inminente tragedia, ni siquiera se acordó de orar.

Mencionó que cuenta con cinco años de vuelo, “salí de la escuela de piloto privado en 2013, de piloto comercial en 2017, en Parral, Chihuahua y Guadalajar­a, Jalisco, respectiva­mente”, indicó.

Confió en que la misma tarde de ayer sería dado de alta médicament­e, sin embargo aún se le aprecian las lesiones y cicatrices dejadas tras el percance.

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Foto SALVADOR DE LA CRUZ/EL MEXICANO El aviador de 28 años convalece en Juárez.

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