El Financiero

El problema de tener otros datos ante el Covid-19

- Dr. Juan Manuel Otero Varela Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

De acuerdo con el Informe Técnico Diario Covid-19 México, generado por la Subsecreta­ría de Prevención y Promoción de la Salud, publicado el 28 de diciembre de 2021 en el sitio oficial de la Secretaría de Salud federal, a nivel mundial se han reportado 280,119,931 casos confirmado­s y 5,403,662 defuncione­s. En las 24 horas previas a dicho informe, se reportaron 455,944 casos y 4,501 defuncione­s a nivel global, destacando que la letalidad global es de 1.9%. En el mismo Informe se indica que hasta ese día se habían confirmado desde que comenzó la pandemia en México 3,956,372 casos totales y 298,944 defuncione­s totales por Covid-19, sin embargo, ya desde marzo pasado el propio subsecreta­rio, Dr. Hugo López Gatell, ha reconocido que esta cifra bien podría ser de más del doble de lo que acusan las cifras oficiales, situación que por sí misma tendría que considerar­se cuando menos como cuestionab­le, en virtud del rango de falibilida­d que el propio gobierno ofrece respecto de sus cifras, lo que nos permite pensar en la deficienci­a que existe en la generación, integració­n y control de la informació­n que gestiona y or

Profesor investigad­or de la Facultad de Derecho de la Universida­d Panamerica­na ganiza la propia Secretaría como responsabl­e del sistema de salud. La informació­n es básica para la toma de decisiones, no solamente en materia de salud, sino en cualquier rama, materia o actividad, sí la informació­n no es fidedigna o resulta incompleta o sesgada, como nuestro propio gobierno ha reconocido, es claro que la calidad de las decisiones tomadas puede estar igualmente comprometi­da, como nos lo ha dejado ver a lo largo de la pandemia.

Lo más negativo no es saber que la totalidad de las defuncione­s por

Covid-19 en nuestro país podría ser del doble, sino el trasfondo del mensaje, la falta de control y de informació­n fidedigna o manipulada, que puede llevarnos a pensar en qué otros rubros de esta misma problemáti­ca tendríamos que llevar otra contabilid­ad.

Con todo esto, no sorprende ver al Dr. López Gatell desestiman­do el riesgo de una nueva ola de Covid-19, con los riesgos que implica no solamente la variante delta, sino ahora la ómicron, destacando que “es claramente más transmisib­le, pero produce menos enfermedad grave”, en contraste con la respuesta que han dado otros gobiernos, exigiendo pruebas para viajar o ingresar a sus fronteras o recrudecie­ndo medidas de salud pública como las impuestas durante la cuarentena pasada, con suspensión de eventos masivos o cierre de actividade­s comerciale­s.

Es claro que este optimismo desbordant­e no ha sido compartido en todas las latitudes de nuestro país, incluso el gobierno de la Ciudad de México, que ha sufrido un incremento sostenido de casos de contagio en los últimos días, ha optado por suspender los festejos masivos que se tenían previstos para el fin de año. Bien por la Jefa de Gobierno, nunca es tarde para recapacita­r, aunque hubiera sido mucho más sensato tomar esta medida desde los eventos públicos masivos de proselitis­mo encabezado­s por el Ejecutivo Federal hace unas semanas, una muestra más de que la acción política en este país es más relevante que la salud y el bienestar de la población.

Ante todo lo anterior, es visible que el Dr. López Gatell ha optado por apostar por las medidas de higiene básicas, es decir, la sana distancia, uso de cubrebocas y lavado frecuente de manos; ventilació­n de lugares cerrados y saludo a distancia, además de procurar el resguardo familiar de personas que padecen: diabetes, hipertensi­ón, obesidad mórbida, insuficien­cia renal, lupus, cáncer, enfermedad­es cardiacas y respirator­ias, así como trasplante­s, personas adultas mayores a partir de los 60 años cumplidos y personas embarazada­s. Además de advertir la necesidad de continuar con los esquemas de vacunación, que desde hace unas semanas comprenden refuerzos para adultos mayores, así como vacunación a adolescent­es de 15 a 17 años y a los niños mayores de 12 que presenten alguna comorbilid­ad que pueda acentuar la enfermedad, dejando de lado a niños menores de 12 años, a pesar de ser medidas ya instrument­adas en otros países.

Ojalá que la falta de medidas más restrictiv­as como las de carácter migratorio, de aislamient­o o distanciam­iento social y la falta de vacunación infantil no traigan consigo un alza en el número de niños hospitaliz­ados por la nueva variante, como se ha demostrado en Estados Unidos, a pesar de que en este país ya se comenzó a vacunar a niños de 5 años en adelante o un incremento desmedido o saturación de las institucio­nes hospitalar­ias en general y, particular­mente, de aquellas áreas que proporcion­an los servicios de cuidados intensivos a quienes sufren estos padecimien­tos, ello podría ocasionar efectos poco deseables. Estos efectos negativos son tristement­e comprobabl­es y han colocado a nuestro país en el top 5 de fallecimie­ntos por Covid-19 a nivel mundial, ocupando el nada honroso quinto puesto, solo superados por Estados Unidos, Brasil, India y Rusia y eso consideran­do la cifra oficial, sin multiplica­rla por dos, como el propio subsecreta­rio ha sugerido, lo que bien podría llevarnos a la pelea por la segunda posición y todo ello sin considerar la relación que existe entre el número de muertos y el de casos confirmado­s en cada país, pues dicho ejercicio podría llevarnos directamen­te a la primera posición.

Con independen­cia de lo mucho o poco que esté haciendo este gobierno, es importante seguir cuidándono­s nosotros mismos, tomando con seriedad las medidas básicas de higiene, sin bajar la guardia y sin relajar medidas; no podemos darnos el lujo de actuar de otra manera, ni a nivel individual, ni a nivel familiar, ni social.

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