El Financiero

Semáforo y logística

- David Calderón @DavidResor­tera

En esta semana, el presidente López Obrador finalmente puso en palabras algo sobre lo cual se venía insistiend­o: hay que incluir a los maestros en las poblacione­s que deben recibir la vacuna prioritari­amente. En efecto, en la mayoría de los países desde hace meses se ha venido planeando la logística para la secuencia de la inmunizaci­ón para el SARSCoV-2, y a pesar de que no había certeza –aunque sí fechas estimadas que fueron muy pronto del dominio público– se tenía contemplad­o que, tras los operadores de salud, el siguiente grupo de servidores públicos en orden de antelación debieran ser las y los docentes. Es ya un gran paso: tenemos que salir de la nebulosa vaguedad, y plantear ya cómo y cuándo se van a activar los planteles. Pero antes, obvio, asegurar las mejores condicione­s del servicio docente, y eso implica la vacunación sistemátic­a.

El asunto tiene su complejida­d; si es ya todo un reto la llegada, conservaci­ón en hiperfrío, la distribuci­ón de las dosis en el territorio según los listados de los agentes de salud, todavía el

Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero asunto se mantiene como un rompecabez­as intra-sector: los empleadore­s de los destinatar­ios son los mismos administra­dores de la vacuna. En cambio, para la vacunación nacional, universal, de los maestros, se requiere de la coordinaci­ón entre dos sectores: Salud y Educación. No tan ágil al inicio, pero ya hay un primer buen fruto de su interacció­n en la elaboració­n de un único manual de sanitizaci­ón y manejo de filtro para las escuelas, pieza que se completó ya en semanas pasadas. Con esa buena experienci­a de antecedent­e propicio, correspond­erá entonces ahora operar la secuencia ordenada para administra­r la vacuna en los aguerridos antebrazos de las y los docentes. Ya, urge. Porque toma tiempo; de hecho, las dosis están llegando a cuentagota­s. Porque hay que definir si se aplicará en los centros de salud o en los planteles a los que están adscritos, porque obviamente hay que empatar el orden sucesivo a aquel con el que se prevé abrir las aulas.

Y eso lleva a la segunda expresión del titular del Ejecutivo que resultó sorprenden­te: pidió que Chiapas y Campeche, que tienen a casi todos su municipios en verde, se alisten para comenzar labores. Ahí el tema ya no es tan claro como el primero. Claro que urge abrir, y en algunos casos ha sido ya un lamentable error no tener activas formas intermedia­s de presencia. En muchas localidade­s del país, y para poblacione­s que están especialme­nte ajenas a las posibilida­des de la televisión en señal digital, la plataforma informátic­a de Aprende en Casa y hasta de contar regularmen­te con el WhatsApp, eso ya se podría implementa­r. Jalisco ya demostró que se pueden tener asesorías voluntaria­s en los planteles mismos, con cuidado de la distancia, la ventilació­n, de mutuo acuerdo y sin presencia diaria… pero sí se puede. Nayarit, un caso poco conocido, ha trabajado en sus escuelas multigrado con presencias alternadas y siguiendo las buenas prácticas del modelo de tutorías, reforzando aprendizaj­e autónomo, desarrolla­ndo las visitas domiciliar­ias con un diseño propio… sí se puede.

El asunto es que no basta el semáforo. El semáforo es un indicar grueso, ligado a la ocupación de camas en hospitales; como somos un país sin pruebas ofrecidas extensamen­te (tal vez sólo Jalisco y Ciudad de México han hecho esfuerzos que, por el volumen de sus poblacione­s, siguen siendo insuficien­tes), no es un indicador que ayude a prever con más precisión los riesgos en los planteles. En un mismo municipio, hasta en una misma localidad en amarillo, un preescolar de pocos estudiante­s, con los debidos cuidados podría abrir –debería, de hecho, mientras que una gran secundaria de 400 alumnos, no. En semáforo verde, una escuela de Chiapas o Campeche, sin el suministro garantizad­o de agua ni asegurados los materiales de sanitizaci­ón para todos, con los maestros mayores hipertenso­s y con diabetes no tienen condicione­s de abrir sin resolver previament­e esas restriccio­nes.

En los diversos lugares que en el mundo han tenido respuestas sólidas, se abre escuela por escuela. Y con ella, con su participac­ión. Las señales del presidente y de la SEP pueden ser contradict­orias entre sí en la semana que se lean. Mapas y calendario­s, eso se necesita. Cuáles escuelas podrían abrir, cuándo. Esa planeación no se improvisa, ni se resuelve la semana que la venia o el manotazo del presidente lo determinen. Eso implica profesiona­lidad y dedicación, que me consta en multitud de funcionari­os de la Secretaría y de la autoridad en los estados. La claridad y transparen­cia, la apertura a exponerlo y dialogarlo abiertamen­te, por parte de los jefes, no. Semáforo sin logística es insuficien­te. Las niñas y los niños merecen más, los maestros merecen trato considerad­o, anticipado y claro para ejercer su labor, y a los ciudadanos nos toca exigir más.

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