Grave contracción en consumo e inversión en México
La caída en el PIB del país de -19% anual, en el segundo trimestre del presente año, es muy preocupante, pero era esperable por el confinamiento de la población, derivado del Covid-19. Este aislamiento ha impactado en la actividad productiva, que a su vez ha reducido el ingreso de las personas y ha provocado la caída en el consumo privado en el país. Sin embargo, resulta aún más preocupante la fuerte contracción en la inversión en México, la cual se inició de manera paulatina a partir de las elecciones federales de julio de 2018, pero que siguió deteriorándose en los subsiguientes meses. El consumo privado interno, que comprende tanto a los bienes duraderos como no duraderos y a los servicios, representa el 47% de la demanda agregada de la economía nacional o el 74.5% del PIB, por lo que es el principal componente del mismo. Este indicador fue -25% en mayo pasado en comparación al mismo mes del año anterior y para los primeros cinco meses del año la caída fue de -9.9%. Su mayor impacto fue
Economista en el consumo de bienes semiduraderos nacionales (-80% en mayo) y en bienes duraderos importados (-59.5%). En general, la mayor contracción del consumo interno fue en los bienes importados como resultado de la debilidad en el tipo de cambio; mientras que la menor caída estuvo en los bienes no duraderos, como son los alimentos, aunque también sufrieron una disminución. Esta contracción se inició desde los últimos meses del año pasado, pero fue mucho más severa al inicio de la pandemia en el mes de marzo. Por esta razón, se espera una recuperación en el consumo interno en la medida en que se reinicie cierta normalidad en las actividades productivas en el país, resultante del avance en la lucha en contra del coronavirus, así como en las actividades en nuestros principales mercados internacionales. Esto propiciaría una recuperación en el empleo y en el ingreso de los trabajadores, aunque será paulatino y tardará todavía varios meses más.
Sin embargo, resulta más preocupante lo que sucede con la inversión fija bruta en el país. Se define como inversión aquella producción de bienes que permite un aumento en la producbios ción futura en la economía. Esto significa que se requiere inversión previa para que exista un incremento en la producción, en el ingreso nacional y en el empleo. Naciones que han logrado tener un crecimiento relevante en las últimas décadas, como China y Singapur, han dedicado hasta el 50% de su producción a la inversión, mientras que en México se han canalizado montos más cercanos al 20%, lo cual impide tener elevadas tasas de crecimiento y de creación de empleos formales. Aquellas personas que no logran obtener empleos en el sector formal de la economía realizan distintas actividades en la informalidad para tener ingresos y ya representan más de la mitad de la población económicamente activa. En la medida en que hubiera mayor inversión y más empresas, la informalidad sería menor en México. La inversión en México muestra una tendencia decreciente a partir de las elecciones del mes de julio de 2018. Estos procesos políticos tienen un impacto normal en la economía debido a los cambios en el llamado “estilo personal de gobernar”. En la medida en que se conocen los nuevos funcionarios y legisladores tantos federales, como estatales y municipales y las empresas se adaptan a los camque realizan se recupera la inversión. Esto es así porque existe una creciente demanda de la población que continúa en el país. Sin embargo, en esta ocasión el ajuste ha sido mayor porque los cambios han sido más profundos y la incertidumbre es mayor, lo que se ha agravado por la pandemia. Así, la inversión tuvo una contracción del 40% en el mes de mayo en comparación al mismo mes del año anterior. Con esto, este indicador fue -21% en los primeros cinco meses del año en comparación a 2019.
Para que pueda revertirse la caída en el consumo nacional y recuperarse el crecimiento de la economía y el empleo formal, es condición indispensable que se tengan tasas positivas y elevadas en la inversión. La certidumbre es indispensable en este entorno, ya que las mismas requieren periodos de mediano y largo plazo para que se puedan recuperar. Cambios frecuentes en las disposiciones legales, en las autorizaciones y en los precios de los insumos, elevadas tasas de inflación, en las tasas de interés y en general incertidumbre en el entorno en el cual operan las empresas tienen un impacto negativo en la inversión y consecuentemente en la generación de empleos formales.