Por la puerta de atrás
Eduardo Medina Mora ha decidido no explicarle a nadie su renuncia como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ayer el presidente de la Junta de Coordinación Política de la cámara de senadores, Ricardo Monreal, señaló que se ha comunicado de manera indirecta con Medina Mora y que se negó a comparecer ante la Cámara Alta: “He tenido comunicación con el exministro, y expresó de manera indirecta que no busca ampliar sus motivos ni menos asistir o comparecer al Senado. Comentó que ha agotado su interés de seguir en la Corte y que desea no participar en el Senado y concluir su trámite de renuncia”, así las palabras de Monreal. Medina Mora ha agotado su interés de seguir en la Corte y para él eso es suficiente, pese a que en el artículo 98 se establece que “las renuncias de los ministros de la Suprema Corte de Justicia solamente procederán por causas graves”; tenemos a un ministro que en su propia renuncia desprecia la ley.
Hace cuatro días Ricardo Monreal decía que esto que está haciendo Medina Mora, no podía ser tan sencillo: “O sea, no es tan sencillo como: ya presento mi renuncia y ya me voy. No, primero se tiene que calificar la causa grave; si no hay causa grave, no puede haber renuncia de un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. ¿De verdad hoy en el senado serán capaces de no aceptar la renuncia del ministro? De exigir una explicación formal y pública de su renuncia.
La única pista que tenemos de su dimisión la dio al día siguiente el presidente Andrés Manuel López Obrador al decir: “Considero que el ministro quiere atender denuncias presentadas que están en manos de la Fiscalía General, les recuerdo que hubo una investigación sobre depósitos de dinero en el extranjero”. Ni Medina Mora, ni algún representante legal han negado los dichos del Presidente. Creen, seguramente, que esto es suficiente para pasar por encima de la explicación de “causa grave”. En este sexenio ha habido dos renuncias trascendentes desde el gobierno federal, la de Germán Martínez al IMSS y la de Carlos Manuel Urzúa a la Secretaría de Hacienda. Ambos comprendieron la necesaria explicación de su decisión en un nuevo gobierno que ha dejado de lado las nebulosas despedidas a las que estábamos acostumbrados en sexenios anteriores. Ambas cartas de renuncia las hemos aplaudido por no dejar lugar a las interpretaciones, por tener la contundencia y también por dejar los motivos claros. En ambas el presidente ha dado su punto de vista y ha nombrado rápidamente al sucesor. La Suprema Corte por supuesto que no forma parte del gobierno de López Obrador, pero sí debería entender lo que significa para la vida democrática de este país que se aclare hasta el cansancio el porqué de la renuncia. Está en manos del presidente de la SCJN, incluso de los ministros que lo acompañaron, presionar que se cumpla cabalmente el artículo 98, que conozcamos las “causas graves” desde la voz del propio ministro. Nunca más funcionarios públicos que se van por la puerta de atrás sin dar mayor explicación, la impunidad también tiene forma de silencio y la Suprema Corte de Justicia de la Nación no puede tirar por la borda todo lo ganado en legitimidad y contrapeso en los últimos años. La salida de Medina Mora marca un antes y un después en la vida de la Corte, la inédita renuncia podría convertirse en un descalabro o en un botón de muestra de qué entienden por transparencia los propios ministros.