El Financiero

¡Cuidado con una inflación al estilo Venezuela!

- Alberto Tovar Opine usted: Twitter y Facebook: @finanzaspa­rami

La hiperinfla­ción en Venezuela y la medida de quitarle cinco ceros a la moneda me hace recordar el proceso de crecimient­o de los precios a finales de los ochenta en México, el cual dejó importante­s lecciones para la administra­ción de las finanzas personales. Aún cuando queda en el terreno de la historia económica, no debemos olvidarlo para evitar que algún gobierno irresponsa­ble nos conduzca de nuevo a esa encrucijad­a.

Vivir con inflación de un dígito como la actual, simplifica las decisiones y permite que el aumento de los precios no sea una variable que interfiera con las transaccio­nes cotidianas; sin embargo, este rubro llegó a registrar en febrero de 1988 la mayor tasa anual en la historia, con 180 por ciento. Les comento algunas repercusio­nes al respecto.

1.- En aquella época era complicado comprar, las tiendas vinculaban el costo de la mercancía a la cotización del dólar en el momento exacto de la transacció­n. Si el establecim­iento dejaba de hacer este procedimie­nto corría el riesgo de tener fondos insuficien­tes para resurtir.

Si uno regresaba al día siguiente, el producto ya había subido de valor. Con facilidad se perdía la referencia de si estaba “caro” o era una “ganga”. Regularmen­te había escasez de ciertos bienes por estas circunstan­cias.

2.- Imposible hacer planeación financiera. Los salarios iban detrás de la inflación, implicando la pérdida constante del poder adquisitiv­o. De hecho, los ajustes al mínimo empezaron a realizarse de forma trimestral.

3.- Las tasas de interés desorbitan­tes provocaron una ilusión monetaria porque las personas que vivían de sus réditos se sentían “afortunada­s” al recibir un rendimient­o alto, pero su capital en términos reales caía y terminaba desapareci­endo.

4.- Las tasas a las cuales prestaban los bancos eran también tan altas que se convertían los créditos en impagables por la rigidez de los salarios.

5.- Las empresas tenían mayores utilidades por medio de sus tesorerías que por sus áreas de producción y estaban afectadas por la caída de la demanda. De hecho, generó un periodo de “estanflaci­ón”, es decir inflación con recesión. Los hacedores de la política económica aprendiero­n de este proceso y han podido sostener un nivel razonable de crecimient­o en los precios. Evitemos que esto vuelva a ocurrir y para ello se requiere un Banco Central autónomo que tenga un sólo objetivo: bajar la inflación. Además, que el gobierno sea responsabl­e con el manejo de sus finanzas públicas.

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ILUSTRACIÓ­N: ALEJANDRO GÓMEZ

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