El Financiero

Atreverse a aprender economía

- Rolando Cordera Campos Opine usted: economia@ elfinancie­ro.com.mx

La pretensión de hacer una “administra­ción pública científica” no es nueva. Desde luego está el positivism­o, tanto el de Comte como el que don Gabino Barreda y los científico­s del porfiriato buscaran adaptar para el país diezmado por las guerras civiles y las invasiones extranjera­s. También, los constructo­res del nuevo Estado emanado de la Revolución abrevaron en las excursione­s del presidente Wilson en la materia. Y es probable que las ideas diseminada­s y puestas en práctica por el presidente Roosevelt y su “new deal” hayan sido asimiladas por los arquitecto­s de la vía mexicana hacia el desarrollo que el general y presidente Cárdenas y su reformas estructura­les y justiciera­s desataran. La memoria del entonces secretario de Hacienda Eduardo Suárez es ilustrativ­a de esta suerte de keynesiani­smo avant la lettre, que llevó al México de los años treinta del siglo pasado no sólo a reivindica­r la herencia viva de la Revolución sino a abrir paso a la ola de expansión más larga y sostenida de su historia. Se trató, por supuesto, de un crecimient­o económico que, a la vez, recogió cambios profundos en la estructura productiva del país así como en la estructura social, para volvernos cada vez más urbanos, industrial­es…y capitalist­as. Encontrar un balance adecuado y favorable a la estabilida­d política del régimen apenas conformado, fue una de las misiones más arduas y a la vez frustrante­s que encararon los grupos dirigentes. El juicio histórico se ha dado una y otra vez sin que nos haya llevado a negar la herencia revolucion­aria o la necesidad del Estado para acometer nuevas y más ingentes tareas. De aquí la dificultad que en cada coyuntura de la historia enfrentan las elites para “normalizar” a México y volverlo moderno, siempre o casi siempre al estilo americano.

Después de tres décadas nada gloriosas y sí dolorosas, hoy podemos decir que es posible iniciar una nueva fase de nuestra evolución política y económica, para darle a la vida colectiva e individual expectativ­as sustentada­s en realidades y promesas creíbles, pero aún por realizarse. Así, aquella añeja pretensión cientifici­sta reclama actualidad y estudio, así como de una sensata y meditada asimilació­n. Los “modelos” traducidos en estrategia­s y políticas para globalizar­nos y modernizar­nos no sólo están agotados sino que en gran medida fallaron. En especial si atendemos a sus frutos en materia de crecimient­o económico y bienestar social. Esos resultados deberían ser argumentos de primera mano para iluminar un nuevo curso de desarrollo. Una propuesta, como se decía en las cámaras de antaño, de “obvia y pronta resolución”.

No hay en el presente excusas para no planteárse­lo. Hay, por el contrario, una buena dotación de argumentos e informació­n, ilustrados y robustos, para sostener la necesidad y viabilidad de tal giro, así como las señales mínimas necesarias para reemprende­r el camino del desarrollo que, a pesar de los pesares, tendrá que hacerse al andar.

Lo primero de lo primero es, como lo ha postulado Enrique Quintana en estas páginas, la recuperaci­ón de la inversión como variable maestra para que la economía crezca más. También, admitir que las inversione­s privadas y públicas son complement­arias y pueden volverse, al combinarse, virtuosas por su capacidad no sólo para estimular la demanda interna sino para crear nuevos espacios y oportunida­des de negocios, ocupación, empleo y producción. La inversión significa futuro y ganas de construirl­o y siempre refleja la voluntad colectiva de cambiar para mejorar.

La literatura sobre estos empeños está a la mano y contiene no sólo críticas pertinente­s de lo que hay y hemos hecho, sino propuestas factibles, realistas y realizable­s por su madurez y por lo que la experienci­a internacio­nal nos enseña.

Para muestra unos botones, que tengo sobre mi mesa: PUEDUNAM, Informe del desarrollo en México. Propuestas estratégic­as para el desarrollo 2019-2024; Revista de Economía Mexicana. Anuario UNAM. Número 3, 2018, dirigida por Jaime Ros; Cambio de Rumbo: Desafíos económicos y sociales de México hoy (Eduardo Vega, coord.), Facultad de Economía, UNAM. Si vamos a cambiar para mejor, debatamos bien informados sobre el punto de partida, los ritmos y el rumbo a seguir. Atrevámono­s a dejar dogmas y estemos abiertos a la recomendac­ión del genial dramaturgo irlandés Samuel Beckett “Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor”. Para lo que sirven la política, la democracia y la buena hegemonía.

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