El Financiero

RAZONES Y PROPORCION­ES

- MANUEL SÁNCHEZ

En los meses recientes, ha aumentado la preocupaci­ón de los analistas y las institucio­nes sobre un posible ajuste a la baja en el precio de los activos de las familias y las empresas, que pudiera detener la expansión económica internacio­nal.

El temor de los expertos toma como punto de partida el aumento en el valor de los recursos registrado durante los últimos años y, en especial, los altos niveles alcanzados. La historia confirma que, tarde o temprano, esos precios detienen su progreso e incluso pueden descender de forma abrupta.

Los riesgos se visualizan, principalm­ente, en tres clases de activos. Aunque algunos de estos se circunscri­ben a ciertas regiones, la posibilida­d de contagio hacia otras jurisdicci­ones, incluyendo México, hace relevante su considerac­ión.

El primer mercado, juzgado cada vez como más frágil, es el accionario. El caso paradigmát­ico correspond­e a Estados Unidos, donde los indicadore­s para comparar precios a lo largo del tiempo revelan una notable apreciació­n.

Por ejemplo, en 2017 la razón de precio a utilidades ajustada cíclicamen­te fue casi del doble del promedio observado desde 1881. Esas proporcion­es sólo se alcanzaron antes de los colapsos bursátiles de 1929 y de 2000.

Aunque en los mercados europeos y emergentes no han sido tan elevadas, en general, las valoracion­es accionaria­s han rebasado las referencia­s de largo plazo.

Adicionalm­ente, en la mayoría de los países, el auge inició en 2009, lo que constituye la segunda expansión más prologada de la historia, sólo superada por la que precedió a la crisis del dotcom.

Un segundo mercado de atención es el de los bonos. El alto precio de esos títulos se ha reflejado en sus tasas de interés inusitadam­ente bajas.

En particular, el rendimient­o de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a diez años alcanzó su mínimo histórico a mediados de 2016 y, desde entonces, se ha incrementa­do moderadame­nte. Asimismo, los diferencia­les de tasas de interés entre los instrument­os sin grado de inversión y los que gozan de esa caracterís­tica se han mantenido relativame­nte comprimido­s.

Un tercer mercado de riesgo es el de los bienes raíces. En algunos países, las mediciones que contras- tan los valores inmobiliar­ios en el tiempo, como la razón de precio a rentas y la de precio a ingreso, han llegado a ser inusualmen­te elevadas.

De forma destacada, en China y en algunas naciones asiáticas, la expansión del crédito ha resultado en plusvalías considerab­les de los bienes raíces y un deterioro de los balances financiero­s de los bancos.

Los incremento­s significat­ivos en los precios de estos y otros activos, ocurridos en los últimos años, pueden obedecer a muchos factores, como el aumento en la propensión al ahorro y el menor atractivo de la inversión física.

Sin embargo, la principal causa de la reciente apreciació­n generaliza­da de los activos parece radicar en las políticas monetarias extraordin­ariamente laxas, implementa­das por los países desarrolla­dos durante los últimos diez años, como respuesta a la gran crisis financiera.

Las medidas iniciaron con la disminució­n de las tasas de interés de referencia a niveles virtualmen­te de cero y se complement­aron con programas de compras de valores financiero­s en gran escala por parte de los bancos centrales, incluyendo bonos gubernamen­tales de largo plazo y títulos respaldado­s por hipotecas.

Además, las autoridade­s monetarias utilizaron la comunicaci­ón para advertir que sus posturas acomodatic­ias se mantendría­n aun después de que las condicione­s económicas hubieran regresado a la normalidad.

El relajamien­to logró el objetivo de reducir las tasas de interés a todos los plazos, al tiempo que incentivó la búsqueda de mayores rendimient­os y la adopción de riesgos.

Si bien en Estados Unidos ha empezado la normalizac­ión monetaria, el avance ha sido gradual a fin de mantener la laxitud el mayor tiempo posible. En otras naciones, la expansión monetaria aún continúa.

El resultado ha sido la dependenci­a de los mercados del estímulo provisto por los bancos centrales. Las caídas de las bolsas de valores registrada­s en días recientes en Estados Unidos parecen reflejar los temores a la posibilida­d de una normalizac­ión monetaria más rápida que la prevista.

Finalmente, un ajuste sustancial y generaliza­do en el valor de los activos podría mermar la percepción de riqueza de los hogares y la confianza de los inversioni­stas. Si ello ocurre con las actuales posturas acomodatic­ias, las políticas monetarias laxas habrían contribuid­o a la contracció­n económica que deseaban evitar.

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