El Economista (México)

La naturaleza nos une

No podemos cortar una flor sin que se altere una estrella; todos estamos conectados y todo está conectado.

- armando regil velasco

La naturaleza es expresión de amor incondicio­nal, afirma Santiago Pando. El problema es que cada día estamos más desconecta­dos de ella y, aunque últimament­e nos ha hablado de muchas maneras (algunas extremas), no alcanzamos a ver y escuchar porque estamos distraídos.

“Los ríos no beben su propia agua, los árboles no comen sus propios frutos, el sol no brilla para sí mismo, las flores no esparcen su fragancia para sí mismas. Vivir para los demás es una regla de la naturaleza”, nos recuerda el papa Francisco.

Durante el último mes nos ha hablado a través del sol y de la luna con un eclipse, del mar y las olas con huracanes tan potentes como Harvey e Irma y a través de la tierra con el terremoto más reciente de 8.4 grados en México.

Aunque muchos de estos fenómenos causan destrucció­n (el dolor nunca es en vano, representa una oportunida­d para reflexiona­r qué debemos cambiar para vivir en unidad y armonía), hay una parte inmensamen­te positiva: la naturaleza nos une.

Si bien es cierto que los huracanes arrasan con lo que encuentran a su paso, también son una fuerza que sacude y renueva; reducen la temperatur­a del océano, renuevan los bosques, limpian los ríos y sobre todo unen alas personas. También nos recuerdan que el planeta está más vivo que nunca a pesar de seguirse calentando; nos piden a gritos abrir nuestras conciencia­s y cambiar nuestra actitud para frenar y revertir el daño que estamos causando.

La naturaleza nos recuerda que somos humanos, pues a veces nuestro ego nos hace creer que somos algo más. Los huracanes han obligado a muchas familias a permanecer resguardad­as y unidas, a muchos vecinos a reencontra­rse y apoyarse, a muchos amigos lejanos a buscarse y a que todos pensemos en los demás, en los más afectados, en hacer una oración por ellos. Sólo en momentos como éstos recordamos que su dolor es nuestro porque todos somos uno.

Gracias a la naturaleza por todo lo que nos da y también lo que a veces nos quita, pues sólo así aprendemos a tener una vida más sencilla sin tantos apegos, permitiénd­onos poner nuestra atención en lo que realmente es importante.

No podemos cortar una flor sin que se altere una estrella, todos estamos conectados y todo está conectado. Gracias a la naturaleza por abrirnos los ojos y re-unirnos. Ojalá esta solidarida­d perdure sin tener que esperar otro “desastre”, pues no hay mayor desastre que vivir divididos y lastimar ésta, nuestra casa común.

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