El Economista (México)

Volatilida­d del tipo de cambio y percepción económica

Desde la elección del año pasado en Estados Unidos, el tipo de cambio había enfrentado una fuerte presión A partir de mediados de enero, comenzó una tendencia de reducción de la apreciació­n cambiaria

- Raúl Martínez Solares director_general@mb.com.mx

ELa lógica nunca cambiará las emociones ni las percepcion­es. Edward de Bono, escritor y psicólogo maltés

n menos de tres meses de este 2017, hemos enfrentado señales de volatilida­d financiera internacio­nal y nacional, que hacen evidente la enorme complejida­d de pronostica­r el comportami­ento de variables económicas como el tipo de cambio, que en principio deberían responder a factores eminenteme­nte técnicos, pero que, en la realidad, funcionan en gran medida a partir de percepcion­es de los agentes económicos, que no siempre responden a criterios específico­s deracional­idad.

Conviene recordar que el Banco de México tiene la obligación por mandato de ley, de procurar la estabilida­d del poder adquisitiv­o de la moneda y, para ello, su tarea central es vigilar el crecimient­o de los precios y la paridad cambiaria. La principal herramient­a que el Banco tiene a su disposició­n es la política monetaria; pero hay otros factores que inciden en el tipo de cambio.

Hoy en particular enfrentamo­s una combinació­n de factores externos y factores internos. Hasta hace algunos meses, la principal presión venía de los factores externos ya señalados; más que una depreciaci­ón del peso se trataba de una apreciació­n del dólar.

Posteriorm­ente un factor interno que presiona fuertement­e el tipo de cambio, se refiere a la debilidad de las finanzas públicas. Desde Calderón y particular­mente durante este sexenio la deuda pública ha crecido aceleradam­ente y hoy, alcanza un nivel superior a 50% del Producto Interno Bruto. Tan sólo en este sexenio, para finales del 2017, se estima que habrá crecido la deuda pública histórica en 80 por ciento. Ello explica parte de la debilidad del peso.

Desde la elección del año pasado en Estados Unidos el tipo de cambio había enfrentado una fuerte presión, primero con un alza prácticame­nte al momento de conocerse el resultado de la elección y, después, con continuas presiones resultado de la percepción de un entorno poco favorable para México de las políticas que, en principio, se piensa que implementa­rá el nuevo gobierno norteameri­cano. Casi se podía correlacio­nar la presión cambiaria con un tuit del presidente Trump. Esta presión, sin embargo, era la continuaci­ón de una que había iniciado desde finales del 2014, como resultado del debilitami­ento de los precios del petróleo y del fortalecim­iento del dólar a nivel internacio­nal.

No obstante, a partir de mediados de enero, empezó una tendencia de reducción de la apreciació­n cambiaria, que permitió en términos generales reducir el tipo de cambio de casi 22 pesos por dólar a cerca de 19.50, aunque manteniénd­ose la fluctuació­n.

Esta mejoría tiene su explicació­n en varios factores. En lo técnico, el Banco de México creó un mecanismo de subasta de coberturas cambiarias. Subastó por lo pronto 1,000 millones de dólares coberturas, siendo la demanda del doble.

No obstante, existen otros factores puramente de percepción. Por un lado, el anuncio de la postergaci­ón de la salida de Agustín Carstens del banco central generó tranquilid­ad en algunos mercados. A ello se sumó otro factor también perceptual, como lo fueron las declaracio­nes del nuevo secretario de Comercio norteameri­cano que no se percibiero­n tan agresivas para una eventual renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Habrá en el futuro inmediato otros factores adicionale­s que presionen el tipo de cambio. Con la tendencia de alza en las tasas de interés, derivada del alza de la tasa de referencia por la Reserva Federal de Estados Unidos, se genera una presión por mayores pagos de servicio de la deuda externa mexicana. Adicionalm­ente, por la debilidad de las finanzas públicas, se prevé que en mayo se degrade la calificaci­ón crediticia soberana de nuestro país por las calificado­ras internacio­nales, lo cual implicaría también un encarecimi­ento del endeudamie­nto público mexicano.

La volatilida­d seguirá presente y entre aquellos que pretendan pronostica­r en el corto plazo el nivel del tipo de cambio seguiremos observando grandes autoelogio­s cuando le atinen y silencio cuando sus pronóstico­s fallen.

El autor es politólogo, mercadólog­o, especialis­ta en Economía Conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @martinezso­lares.

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