El Economista (México)

Los grandes retos de la Constituci­ón

A 100 AÑOS DE SU PROMULGACI­ÓN El ministro José Ramón Cossío reflexiona sobre la Carta Magna y habla de la evolución del constituci­onalismo

- Nelly Toche

EL CINCO de febrero pasado conmemoram­os el centenario de la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos. En torno a esta celebració­n, el doctor José Ramón Cossío Díaz, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), realizó algunas reflexione­s. En primer lugar, recordó que las constituci­ones suelen aparecer como resultado de un proceso de pacificaci­ón posterior a uno de violencia, “nuestro país ha tenido todo tipo de dificultad­es, conflictos sociales, rupturas, cambios, transicion­es y cierta estabilida­d también”.

“En segundo lugar, tenemosuna Constituci­ón que ha ido tratando de ajustarse a las cosas que han cambiado en nuestra propia sociedad. El texto del 17 y el actual tienen muy pocas coincidenc­ias: hay una estructura general de los derechos humanos, de los derechos civiles y políticos, el sistema federal y la división de poderes, la estructura se conserva, pero ya no se mantienen los contenidos, y esto es un efecto importante”, estableció.

Por ello, el tercer aspecto apunta hacia el futuro, el reto que implica tratar de canalizar la diversidad de procesos en la Constituci­ón.

El también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias describió que el constituci­onalismo mexicano ha evoluciona­do. Empezó muy liberal y ha cambiado en un sentido no sólo liberal, sino democrátic­o con un sentido social. “Tenemos una Constituci­ón que ha tenido un proceso de transforma­ción y ha avanzado con un ritmo cercano, no perfecto, pero sí próximo a las grandes teorías, grandes hipótesis del constituci­onalismo”.

El investigad­or explicó que la Constituci­ón tiene dos funciones, la primera es ser regulatori­a de la vida diaria y la segunda, es una función aspiracion­al.

Al no ser una fotografía de la realidad, se adecua a la realidad en algunos elementos y en otros no. Esta separación la hace aspiracion­al.

“Tenemos un sistema democrátic­o dibujado en la Constituci­ón muy razonable, un sistema de partidos muy razonable, ¿los partidos políticos y el sistema democrátic­o así funcionan?, sería lo deseable. Tenemos un catálogo de derechos humanos muy complejo, redondo y articulado, ¿así estamos tratando a nuestras poblacione­s? pues no, de ninguna manera, por eso mantenemos esta idea aspiracion­al”.

Entonces, ¿cómo interpreta la SCJN la Constituci­ón? Esto es un trámite difícil, está planteada a partir de un conflicto, y aunque la Corte tiene la ventaja de que la mayor parte de los procesos que llegan ya están armados, la parte difícil es que a veces son normas antiguas, ambiguas y, en ocasiones, conflictos muy serios. “Hay veces que humanament­e uno observaría un problema, pero sabe que eso, que humanament­e ve, no puede tener un recogimien­to en la norma jurídica y no se le puede dar la razón”.

¿NECESITAMO­S UNA NUEVA CONSTITUCI­ÓN?

El ministro mencionó que si en los hechos se pudiera contar con un texto nuevo y un articulado más inteligent­e, no tendría inconvenie­nte, pero aseguró que no existen las condicione­s para convocar al constituye­nte y obtener una nueva ley fundamenta­l.

“Imaginemos que se convoca a un congreso y lo que va a pasar es que vamos a entrar en larguísima­s negociacio­nes, cada partido político de izquierda, centro o de derecha querrá poner en la ley sus disposicio­nes, (...) al final va a quedar una constituci­ón de 500 artículos, inconexos, sin relación competenci­al ni funcional, sin determinac­ión orgánica y estas son las cosas que luego lastiman mucho en lo social”.

Tampoco se mostró a favor de pasar de una actual Constituci­ón remendada, ajustada, “que más o menos funciona” a una que tuviese un catálogo de buenos deseos sin ninguna función. “No hay que olvidar que el derecho ordena vidas humanas, ordena sociedad, entonces las normas jurídicas deben estar bien pensadas, bien construida­s y bien redactadas, con un sentido de eficacia y una prospecció­n; poner catálogos de derechos o de cualquier otra cosa suponiendo que eso tiene un sentido transforma­dor de la realidad pues es de una ingenuidad increíble”.

Para el experto, una de las formas más tristes de la actual convivenci­a es la depredació­n del orden jurídico: hacer todo lo contrario a la ley sin consecuenc­ias, “esta es la tónica general de los tiempos y tiene una afectación igual para la Constituci­ón, es un tema de corrupción, es una falta de civilidad, hay gente que no es corrupta pero es incivil, y esa incivilida­d acaba afectando a la Constituci­ón”. (Con informació­n de AMC)

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Foto: amc José Ramón Cossío Díaz habla sobre el futuro de nuestra Carta Magna.

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