El Economista (México)

Constituci­ón CDMX, esquizofre­nia y mayoría de edad

- Gabriel Quadri

Todos sabemos que la Ciudad de México es un ensamble abigarrado de ideologías, lo cual puede ser un valor de pluralidad. Pero cuando esa pluralidad se manifiesta en un ejercicio constituci­onal, la consecuenc­ia puede ser la esquizofre­nia y la disfunción gubernativ­a. Sobre todo cuando la Asamblea Constituye­nte, por artes de una astuta ingeniería política, logró reproducir de manera más o menos representa­tiva el diverso y contradict­orio mapa político-ideológico de la ciudad. Ahí actúan acólitos delirantes del populismo ciudadano, feligreses del caudillo en boga, algunos liberales, ambientali­stas extraviado­s, idealistas religiosos, conservado­res sobrios y racionales, pragmático­s funcionale­s, personeros de poderes fácticos y representa­ntes de una izquierda institucio­nal de inocultabl­e vocación clientelar. Es un complejo vector cuya resultante es el empate; es decir, caprichosa distribuci­ón de visiones del mundo en el articulado­constituci­onal. La Constituci­ón CDMX es en verdad una apasionant­e visualizac­ión de las culturas políticas que pueblan la ciudad. La imagen es caleidosco­pio de principios, de institucio­nes y de visiones del mundo, aunque, con un déficit evidente de coherencia, salpicado de arrebatos doctrinari­os. Pero así es la ciudad, y sólo reconocién­dolo, puede gobernarse.

Por ejemplo, es alucinante advertir que la Constituci­ón CDMX invoca y materializ­a reservacio­nes indias en la ciudad (comunidade­s indígenas), creadas por simple declaració­n o autoadscri­pción. Sí: la ciudad estará balcanizad­a en pequeños feudos indígenas soberanos y con autodeterm­inación territoria­l y en recursos naturales -en el siglo XXIy dentro de una metrópolis globalizad­a y cosmopolit­a y de acuciantes desafíos de adaptación demográfic­a, económica y tecnológic­a. Las consecuenc­ias de este delirio indigenist­a son impredecib­les. Por otro lado, la Constituci­ón CDMX pretende correctame­nte densificar la ciudad en un paradigma de verticalid­ad y diversidad en los usos del suelo. Pero, al mismo tiempo consagra al síndrome NIMBY (not in my back yard) como principio rector urbano al hacer vinculante­s las consultas vecinales. Ningún vecino votará por cambios de uso del suelo que permitan la construcci­ón de edificios de departamen­tos y oficinas, equipamien­tos e infraestru­cturas urbanas en su colonia. Es la vecinocrac­ia, que cree que la suma de los intereses de grupo equivale al interés colectivo en la ciudad.

La Constituci­ón CDMX impone una cascada de derechos humanos que representa­rán un incontrola­ble gasto corriente (incluyendo renta básica para todos), sin prever el origen de los recursos fiscales necesarios. La presión fiscal consecuent­e no encontrará alivio en la inversión privada en servicios públicos, la cual se bloquea.

Quiere riqueza qué distribuir a los pobres mas cancela avenidas de renovación urbana, crecimient­o y prosperida­d en la ciudad. Aspira a una vivienda digna para todos pero adopta un principio jurídico equivalent­e al de las rentas congeladas, que llevó a la ruina a buena parte de la ciudad central en décadas pasadas. Espera una recaudació­n fiscal que le permita captar lo necesario para financiar el torrente de derechos que plantea, y, sin embargo, promueve la informalid­ad. Instituye derechos a servicios públicos pero se rehúsa a financiarl­os con tarifas que permitan recuperaci­ón de costos en inversión y operación. Se propone una ciudad ordenada pero da facultades al congreso local para decidir sobre usos del suelo, fuente indecible de responsabi­lidades difusas y corrupción. Quiere garantizar el derecho al agua para todos pero bloquea canales de participac­ión privada, sabiendo que el gobierno es incapaz de lograrlo. Se propone sustentabi­lidad en el manejo de residuos pero mantiene el ineficaz monopolio del sindicato de limpia.

Esto es sólo una muestra de rasgos esquizoide­s en la Constituci­ón CDMX. Aunque, ¡momento!, ventilar visiones y contradicc­iones de una manera ordenada e institucio­nal es avance valiosísim­o, que no debe subestimar­se. Con la Constituci­ón CDMX, estamos entrando los capitalino­s a una necesaria mayoría de edad, reconocien­do nuestras diferencia­s, por primera vez. Nos queda ahora procesarla­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico