¡Nos quieren callar!
La mayor amenaza a la libertad proviene de gobiernos con facultades y poderes para imponer censura sin contrapesos ni control.
El miedo es el mecanismo perfecto de control. Amenazas, chantajes, represalias y castigos son expresiones de los gobiernos para contener y reprimir a los ciudadanos cuando se sienten confrontados por la verdad y por fuerzas que no pueden controlar. Muchos son los síntomas que reflejan deterioro de un sistema político cada día más desgastado, acostumbrado históricamente a reprimir la libertad porque no la entiende y porque le estorba, porque en ella ve más amenazas que oportunidades.
Preocupan todos los intentos para coartar sistemáticamente las libertades, empezando por la libertad de expresión. Los métodos de control tradicional sobre los medios de comunicación han encontrado un límite en Internet y las redes sociales. La plaza pública ha migrado de las calles a las redes, el único bastión de expresión libre que nos queda a los ciudadanos. De ahí la relevancia de defenderlo sí o sí.
Es inaceptable cualquier intento de censura, no importa qué poder proponga la iniciativa. Muchos legisladores se olvidan de que son electos para velar por los derechos e intereses de los ciudadanos a quienes supuestamente representan; no para limitar o, peor aún, criminalizar aquellos reclamos y expresiones que, de manera legítima y respetuosa, buscan respuestas, demandan transparencia y exigen resultados.
La ley que amenaza la libertad de expresión en las redes busca “prevenir y sancionar delitos en materia informática”, una forma descarada de criminalizar todo lo que contradiga o cuestione al gobierno, además de atentar contra la libertad de expresión, la privacidad de los usuarios y el acceso a la información. En un grado de autoritarismo inaceptable, busca imponer sanciones de cárcel a actividades que son absolutamente legítimas en Internet, como cuestionar, criticar y exigir al gobierno.
Busca también aumentar la capacidad de vigilancia, y establecer una especie de policía cibernética para bloquear páginas que considere un riesgo para la seguridad pública y nacional. Como tantas otras leyes, su lenguaje es confuso y ambiguo, abriendo la puerta a interpretaciones que servirían para criminalizar a quienes, de manera arbitraria, el gobierno considere sus enemigos.
La mayor amenaza a la libertad proviene de gobiernos con facultades y poderes para imponer censura sin contrapesos ni control. Detrás de la censura está el miedo de los políticos a la verdad, a ser cuestionados, a rendir cuentas. Quien nada debe, nada teme. Los mexicanos debemos perder el miedo dejando de creer en él. Toca luchar por nuestras libertades para que, por ningún motivo, nos quieran callar.