El Economista (México) - Previsión
Pedro Vásquez Colmenares
Pensiones, otro sexenio que se fue.
TERMINA OTRO SEXENIO gubernamental y quedan decenas de problemas pensionarios sin atender en el país. A pesar de las muchas voces que han presagiado la tormenta, pasó lo que siempre ha pasado: “resolver lo de las pensiones es muy difícil; mejor que lo resuelva el que sigue”.
Como analista interesado en la seguridad social y las pensiones, debo reconocer que hubo avances en varios frentes, señaladamente desde la Consar con la nueva manera de supervisar las inversiones con base en riesgos de los portafolios, la maduración del régimen de inversión de las siefores, con esfuerzos relevantes de divulgación e información digital para los trabajadores como estados de cuenta rediseñados y calculadores de pensión, así como la promoción del ahorro voluntario y la
app AforeMóvil que ha alcanzado niveles de afiliación sin precedentes en el mundo.
En estos últimos años hubo reformas pensionarias relevantes como Puebla, Guanajuato, Oaxaca, Querétaro y Estado de México. Pero en materia de un sistema nacional de pensiones poco o nada avanzamos.
• Queda pendiente que los gobiernos reconozcan y hablen del problema de las pensiones,
no que lo ignoren. Fueron múltiples voces de analistas, académicos, instituciones financieras y de desarrollo las que tocaron en estos seis años el reto de evitar un tsunami mayor de las pensiones, pero desde los altos niveles del gobierno no se actuó y se llevó el tema al cajón de los pendientes. En adelante es indispensable cuantificar con rigor técnico la inviabilidad del pago de las pensiones que se subsidian con nuestros impuestos, socializar ampliamente la problemática con la sociedad y sensibilizar a todos respecto a que el silencio y la inacción son la peor medicina contra esta gangrena. • Queda pendiente plantear una solución sistémica e integral a la seguridad social (SS) y las pensiones, sin parches ni ocurrencias. En materia de SS, los parches no sólo no resuelven, sino que estorban. Las visiones gatopardistas distraen de las discusiones fundamentales y “vacunan a los tomadores de decisiones” contra las soluciones difíciles pero necesarias, pues estos parches les dan a partidos políticos, legisladores, sindicatos y altos funcionarios una inesperada e inmerecida zona de confort para presumir que actuaron, aunque poco o nada hayan resuelto.
• Queda pendiente poner en el lugar número uno de la problemática de la SS el reto de la
cobertura universal con equidad. Es impresentable para México que hoy 60% de la población y casi siete de cada 10 adultos mayores no tienen SS alguna. ¿Cómo explicar que hemos vivido 75 años desde la creación del IMSS y nada hemos hecho para ampliar la cobertura real de la SS completa? Retomar el reto de universalizar la cobertura pensionaria para proteger a todos los mexicanos de pobreza en la vejez es la ficha central del rompecabezas de las pensiones que la administración federal saliente no quiso enfrentar. Ésta debe ser la mayor aspiración de protección social en México en el siglo XXI.
• Queda pendiente actuar para mejorar el pro
blema de bajas o nulas pensiones del IMSS. Ya se sabe que la tasa de acumulación del ahorro para el retiro es insuficiente y que la densidad de cotización que exige la ley no la cubrirán siete de cada 10 trabajadores próximos a pensionarse. Se entiende perfectamente que en 1995 no se podían crecer las contribuciones a pensiones. La decisión de aumentar contribuciones se postergó y luego se olvidó. Quienes pasaron por los altos niveles del gobierno, el Congreso y el IMSS en los últimos 20 años son responsables de que 70% de los trabajadores cotizantes a partir de 1997 no recibirá una pensión. Es realmente una tragedia por omisión que debe resolverse con nuevas aportaciones graduales obligatorias, un nuevo régimen de aportaciones complementarias desde las empresas, además de seguir impulsando la educación financiera para el ahorro y la estrategia de ahorro voluntario.
• Queda pendiente hacerle frente al excesivo costo fiscal de la reforma a la Ley del Segu
ro Social de 1997. Tres cosas son seguras en toda reforma de pensiones: que alguien saldrá perjudicado; que rescatar a los sistemas pensionarios cuesta, y que por las dos razones anteriores, siempre habrá oposición y debate entorno a estas decisiones. El costo de la reforma a la Ley del SS de 1997 ha sido innecesariamente grande y lo estamos pagando todos, ¡incluso 60% de la población sin cobertura! No entro en los aspectos técnicos del asunto, pero el meollo del problema tiene dos caras: la prorrata de derechos entre las cotizaciones de la Ley IMSS 73 y la Ley IMSS 1997, así como la aplicación de los topes de cotización salarial de 10 salarios mínimos para quienes invoquen su pensión bajo la Ley del Seguro Social anterior.
• Queda pendiente completar la protección pensionaria mediante una verdadera pen
sión universal. El Conapo estima que en el año 2050 habrá 24.3 millones de personas de 65 años y más, que representarán 20% de la población nacional. Esos viejos ya están aquí, con nombre y apellido, sin protección social en 70% de los casos y con un fuerte riesgo de pobreza en la vejez. La iniciativa de ley de pensión universal que se presentó al Con- greso a finales del 2013 fue un intento tibio de cubrir el expediente que nunca tuvo el compromiso completo del gobierno federal para lograr nacer. Era otra la agenda, eran otras las reformas buscadas y se usó la pólvora en otras batallas. Por ende, es imperativo retomar esa discusión para crear correctamente una pensión universal, insertarla en un sistema nacional multipiñal de pensiones, sin duplicaciones de beneficios, ajustada por la expectativa de vida creciente, controlando los desincentivos a la formalidad y asegurando su fondeo dentro de la arquitectura fiscal de la nación.
• Queda pendiente influir legalmente en la
reformas pensionarias de estados y univer
sidades. Ya hemos vivido tres décadas en las que los gobernadores y los rectores de las universidades públicas y sus sindicatos no han podido o querido resolver la inviabilidad de sus sistemas de pensiones. Sobreviven al comerse su propio músculo y pagar la nómina con recursos destinados a fines sustantivos. No puede permitírseles que sigan pateando el bote. La única salida real es estableciendo en la Constitución (a partir de un plazo, digamos de siete años) que está prohibido usar recursos fiscales generales para subsidiar nóminas de pensiones de cualquier tipo, salvo las obligaciones de los ya pensionados. Sólo cancelando la comodidad del tanque de oxígeno subsidiante, es que el problema, la discusión y el arreglo saldrán a flote.
• Queda pendiente establecer para el problema de pensiones a un responsable úni
co. Hoy no hay quien se responsabilice de las crisis de las pensiones en México. Dicho en expresión futbolera, nos pueden meter cualquier gol por acción u omisión y no hay portero que defienda. Por eso es indispensable crear una autoridad autónoma de las pensiones, que no responda a agendas partidistas ni sexenales, que tenga injerencia nacional y que ayude a socializar el problema, y sus soluciones. Una especie de INE para las pensiones. Así pues, la mala noticia es que ya nos comimos un sexenio más en la inacción. Nada crecerá en el ámbito hacendario de aquí al 2040 más que el gasto en pensiones. La buena es que a mi modo de ver existen las condiciones políticas y la visión social para enfrentar el problema de frente y a fondo. El próximo gobierno federal aún no desarrolla su propuesta en temas de SS ampliada y la separación necesaria entre pensiones y salud. Veremos si el nuevo presidente, con su gran base de apoyo y sensibilidad social, quiere apuntarse en la lista de la solución al problema, que sólo en el 2019 le costará al erario 900,000 millones de pesos.