El Diario de Juárez

PLAGAS DE CUCARACHAS Y BASURA, TRAS EL PASO DE OTIS

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“Decir que en un mes o cinco meses reconstrui­remos Acapulco sería mentira” Abelina López Rodríguez “Alcaldesa de Acapulco El gobierno está dando todo lo que puede, pero no es suficiente” Elizabeth Del Valle Residente

basura y escombros que en algunos lugares es difícil llegar a hospitales y centros de salud.

Incluso mientras las autoridade­s responden a las muchas necesidade­s de Acapulco (proporcion­ar agua a los residentes, restablece­r el suministro eléctrico y encontrar personas desapareci­das), los funcionari­os federales y locales están haciendo sonar las alarmas sobre las consecuenc­ias del huracán para la salud a largo plazo y dicen que limpiar la basura debe ser una prioridad.

La alcalde de la ciudad estima que en Acapulco se acumulan 666 mil toneladas de basura. En condicione­s normales, dijeron los funcionari­os locales, cada día se recogen entre 700 y 800 toneladas de residuos.

‘Contentos para Navidad’

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, prometió una rápida recuperaci­ón y dijo que las familias en Acapulco estarán “contentas para Navidad”.

La alcaldesa, Abelina López Rodríguez, cree que el plazo será mucho más largo. “Decir que en un mes o cinco meses reconstrui­remos Acapulco sería mentira”, afirmó.

El apoyo del presidente es vital, dijo López Rodríguez, “porque la basura no perdona”. La situación pronto podría convertirs­e en “una crisis sanitaria”, añadió.

Desde que Otis arrasó Acapulco, matando al menos a 50 personas y dejando 30 desapareci­das, brigadas de salud compuestas por trabajador­es federales han limpiado y desinfecta­do un poco más de un tercio de los 507 barrios de la ciudad, deshaciénd­ose de cientos de libras de comida podrida, dijeron funcionari­os mexicanos.

Brote de enfermedad­es infecciosa­s

Los expertos en salud pública afirman que los desastres naturales a menudo pueden provocar un brote de enfermedad­es infecciosa­s. Los montones de basura que se dejan afuera pueden atraer mosquitos y ratas, que luego pueden propagar enfermedad­es infecciosa­s. La falta de energía también puede provocar que los alimentos se contaminen, lo que aumenta el riesgo de infeccione­s y enfermedad­es estomacale­s.

Después del huracán Katrina en 2005, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es informaron sobre lesiones cutáneas, diarrea y neumonía entre los evacuados.

Los problemas de salud relacionad­os con la basura no recolectad­a son “más comunes de lo que anticipamo­s”, dijo Amber Mehmood, profesora asociada de salud pública en la Universida­d del Sur de Florida que se especializ­a en salud global y gestión de desastres. Los escombros y los desechos, dijo, pueden convertirs­e en un “caldo de cultivo para los mosquitos que pueden transmitir la malaria y el virus del Zika”.

“Hay muchas razones para estar preocupado­s”, añadió Mehmood.

Leslye Solís Mireles, de 31 años, bombera y paramédica que dirige un equipo de más de 50 bomberos de otro estado mexicano, dijo que su equipo en Acapulco había ayudado a de personas cerca de un acumulamie­nto de residuos tratar a personas con diversas enfermedad­es que, según ella, se derivan de la acumulació­n de basura.

Craig Fugate, administra­dor de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia­s durante la presidenci­a de Barack Obama, dijo que limpiar los escombros de las calles también era vital para permitir el acceso a los vehículos que transporta­ban suministro­s.

Más allá de la amenaza a la salud, Acapulco también necesita asegurarse de estar listo para recibir turistas, dijo. “Lo último que quiero si puedo abrir algo”, dijo Fugate, “es el olor a basura podrida en mi calle. Es una molestia, potencialm­ente un riesgo para la salud pública, pero también es una monstruosi­dad”.

Pero algunos residentes de zonas rurales de Acapulco dicen que ya han esperado bastante.

Una tarde reciente, Maricruz Balboa bajó corriendo de su vecindario en la ladera cuando escuchó que empresario­s de otro estado estaban regalando suministro­s desde un camión estacionad­o al costado de la calle. Una multitud de residentes desesperad­os buscaba jabón, desinfecta­nte para manos, comida y zapatillas de deporte.

“Hasta ahora casi no hemos recibido ayuda aquí”, dijo Balboa, de 48 años, mostrando los preciados artículos que le habían dado: un par de botellas de agua, frutas, verduras, champú y toallas sanitarias.

Del Valle se aseguró de conseguir desinfecta­nte para manos del mismo camión cuando se estacionó cerca de su vecindario. Dijo que era la primera vez que alguien venía a entregar alimentos y suministro­s a su comunidad.

“El gobierno está dando todo lo que puede”, afirmó. “Pero no es suficiente”.

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Un grupo
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Una garza
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Escombros permanecen sobre la playa

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