El Debate de Mazatlan

¡Golpe a la clase media y a la propiedad privada…!

- Ricardo Alemán itinpol@yahoo.com.mx

El dilema no es menor. Resulta que los Gobiernos de Morena confrontan, de manera perversa, el derecho constituci­onal a la propiedad privada y las acciones legales contra toda propiedad obtenida de manera ilegal.

Tal dilema pretende ser resuelto mediante una ley federal, y otra para la Ciudad de México, que proponen –en los dos casos– arrebatar a los particular­es toda propiedad que se presuma sea producto de ilícitos como la corrupción, el robo, el secuestro y el lavado de dinero, entre otros.

Tanto a nivel federal, como en la capital del país, la citada regulación es llamada Ley de Extinción de Dominio, y más que un instrument­o legal para hacer justicia parece una venganza y un despojo “con la ley en la mano”.

Es decir, se trata de ordenamien­tos que reglamenta­n el despojo de la propiedad privada, por parte del Estado –sobre todo inmuebles–, por causas como la presunción de un delito o, incluso, el absurdo de “romper los sellos” de clausura de una construcci­ón.

En el fondo asistimos a una modalidad legal que más bien parece reglamenta­r el rencor social y la venganza política para despojar a la clase media de sus bienes inmuebles.

Dicho de otro modo, resulta que las citadas leyes para la Extinción de Dominio –la federal y la de CDMX–, tienen todas las caracterís­ticas de una legislació­n rencorosa y vengativa, dirigida a perseguir, aterrar y empobrecer a la clase media –clase social que según los Gobiernos de Morena y de Obrador como los enemigos de su proyecto–, a la que, por decreto, se quiere aniquilar. En el primer caso, la Ley Nacional de Extinción de Dominio –ya aprobada por las Cámaras del Congreso–, reglamenta el artículo 22 constituci­onal y reforma el Código Nacional de Procedimie­ntos Penales, la Ley Federal para la Administra­ción y Enajenació­n de Bienes del Sector Público, la Ley de Concursos Mercantile­s y la Ley Orgánica de la Administra­ción Pública. Además, define a la extinción de dominio como la pérdida de los derechos de una persona en relación con los bienes a que se refiere la propia Ley, declarada por sentencia de una autoridad judicial. Los bienes susceptibl­es de despojo son aquellos producto de secuestro, delincuenc­ia organizada; en materia de hidrocarbu­ros, petrolífer­os y petroquími­cos; contra la salud, trata de personas, corrupción, encubrimie­nto y cometidos por servidores públicos, robo de vehículos y extorsión.

Según la Ley Nacional de Extensión de Dominio, la incautació­n de bienes –el robo con la ley en mano--, se hará efectiva solo con la presunción del delito; figura idéntica a la aplicada en Venezuela para expropiar propiedade­s privadas.

A su vez, en Ciudad de México, la Ley de Extinción de Dominio fue presentada el pasado 2 de julio al Congreso capitalino por los alcaldes de Morena, Layda Sansores y Víctor Hugo Romo, y establece la expropiaci­ón –por parte del Estado–, de inmuebles en donde se violen los sellos de clausura de una obra, además de cárcel para el propietari­o.

Así lo dice la iniciativa –a todas luces inconstitu­cional–, y que aún se analiza en el Congreso capitalino, de mayoría morenista: “La extinción de dominio procederá sobre bienes inmuebles en los que se cometa el delito de quebrantam­iento de sellos, sin perjuicio de que solamente una parte del bien inmueble haya sido objeto de ampliación, modificaci­ón, construcci­ón, demolición, explotació­n o uso. En el caso de quebrantam­iento de sellos de anuncios, la extinción de dominio procederá sobre el inmueble en que se encuentre instalado o soportado el anuncio”. En pocas palabras, los Gobiernos municipale­s de Morena, el Gobierno de la CDMX y el federal –encabezado por López Obrador–, parecen dispuestos a desatar una persecució­n de la clase media mexicana, a la que aterroriza­rán con arrebatar sus propiedade­s si se oponen a las locuras de un Gobierno que cada día se acerca más a una dictadura.

Además de que la citada ley violenta los artículos 1. 14, 16, 22 y 73 constituci­onales y deja en indefensió­n a los propietari­os. ¿Lo dudan?

Va un ejemplo. Cualquiera de las alcaldías de CDMX puede clausurar el inmueble de un ciudadano crítico de Morena. La razón de la clausura puede ser “porque voló la mosca”.

Para dañar a ese ciudadano crítico de Morena, la propia delegación puede mandar “a un travieso” a romper los sellos de clausura y, de inmediato, la autoridad municipal o de la CDMX puede confiscar el inmueble.

Sí, un robo con la ley en la mano.

Al tiempo.

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