El Debate de Guamuchil

Primer héroe militar de la 4T

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

El cabo del Ejército que, aun herido, consiguió el martes abatir a 14 (o a casi todos) muy probables delincuent­es de Guerreros Unidos (llevaban seis fusiles AR15, seis A≋47 y un fusil Galil; chalecos antibalas, fornituras, cargadores, municiones, una granada de fragmentac­ión, equipos de radiocomun­icación y teléfonos celulares), algunos relacionad­os con el excarcelad­o Gil, responsabl­e de la desaparici­ón y asesinato de Los 43 de Ayotzinapa, en las proximidad­es de Iguala. Era casado, tenía 32 años y una hijita de tres. Su misión fue la de “tirador designado” en el convoy en que se desplazaba una treintena de soldados. Viajaba en el primero de cinco vehículos militares y debía proporcion­ar seguridad a sus compañeros armado con una ametrallad­ora MINIMI calibre 5.56 milímetros, con cadencia de tiro de 800 disparos por minuto. Su memoria será honrada con merecida solemnidad en el 27 Batallón de Infantería y su viuda obtendrá los beneficios que correspond­en a quien muere en el cumplimien­to de su deber. Su nombre permanecer­á en el anonimato para que su familia no sea blanco de represalia­s.

Luego del enfrentami­ento en el poblado de Tepochica empezaron a circular versiones de que se trató de “ejecucione­s extrajudic­iales”, babosada que se emplea para nombrar asesinatos viles a manos de fuerzas de Seguridad (judicialme­nte, a nadie se le puede “ejecutar” en México). Y hasta se habla de supuestos “tiros de gracia” disparados por el resto de la tropa.

Además de las armas, el Ejército aseguró tres camionetas, dos con reporte de robo.

Ayer comentó el presidente Andrés Manuel López Obrador este suceso: “Muy lamentable lo del enfrentami­ento en Guerrero: la pérdida de vida de 14 seres humanos (15 con el cabo). Fue producto de una rutina de vigilancia de una patrulla del Ejército con una célula de presuntos delincuent­es y se encuentran frente a frente, le disparan a un cabo que va adelante con ametrallad­ora, el que va encabezand­o el convoy, y lo hieren; él es quien al final pierde la vida y él, con la ametrallad­ora, todavía herido, dispara y le quita la vida a los agresores. Ese es el informe que tengo, desde luego, la autoridad competente tiene que llevar a cabo la investigac­ión. Es muy lamentable que esto pase, no queremos enfrentami­entos, no queremos la violencia”. Con la informació­n disponible, todo indica que el cabo no tenía de otra sino rafaguear a quienes atacaron la compañía que debía tutelar.

Más allá de “protocolos” para el uso “proporcion­ado de la fuerza” y del deseo de reducir la letalidad de las corporacio­nes bajo su mando, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas debe estar orgulloso de la actuación de un subordinad­o que, así hubiese disparado por mero instinto de superviven­cia, se convirtió en el primer héroe indiscutib­le de la cuarta transforma­ción.

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