LOS MÁS VULNERABLES EN SINALOA: EL SUEÑO DE ENCONTRAR UNA FAMILIA
Autoridades y exlegisladores reconocen déficit en bases de datos nacionales de niños, niñas y adolescentes que pueden ser adoptados
Desde los cuatro años, un niño comienza a pensar comparativamente y a generar dudas sobre su entorno. Cuando tiene una familia a su alrededor, las preguntas suelen ser tan comunes como ¿por qué el cielo es azul? o ¿por qué se hace de noche?. Sin embargo, cuando vive en orfandad, esos cuestionamientos pasan a segundo término, y las dudas sobre su persona comienzan la batalla. ¿Qué sucede conmigo?, ¿qué pasó con mis papás?, ¿por qué estoy aquí? En Sinaloa, actualmente 53 menores permanecen en la casa cuna del Sistema Integral para la Familia; además, 19 centros de asistencia social, que son parte de la iniciativa privada, así como el DIF, trabajan con niños, niñas y adolescentes vulnerables.
Autoridades y exlegisladores reconocen que existe un déficit en bases de datos nacionales sobre la información de los menores, así como la debilitada política pública sobre los protocolos psicológicos aplicables a futuros padres que desean adoptar.
En el año 2016 se registraron en Sinaloa 52 adopciones; para el 2017 la cifra aumentó un 40.3 por ciento, con 73 adopciones, y en el primer semestre del 2018 se registraron 32, de acuerdo con un acceso a la información pública solicitado por EL DEBATE, con base en datos de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.
El proceso para un hogar
«No hay niños en espera, hay familias en espera», indicó Claudia Josefina Gámez Verduzco, procuradora de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Sistema DIF Estatal, quien explicó que la prioridad con los menores que se encuentran en casa cuna es la reintegración familiar. Asimismo, dijo que, si no es posible reintegrarlos con la familia directa, como son papá o mamá, se inician los trámites de buscarles una familia extensa, que pueden ser tíos, abuelos, primos, aquellas figuras de apego como padrinos o gente que ha convivido con ellos. Cuando todo lo anterior se agota, es cuando los menores pueden pasar a un proceso de adopción al ser liberados jurídicamente, explicó a este medio.
Desde el 2015, y con una lista de depuración, la procuradora informó que, a la fecha, se tienen registradas 39 personas en lista de espera de un hijo adoptivo en Sinaloa. De acuerdo con el Código Familiar del Estado de Sinaloa, los cónyuges o concubinos podrán adoptar cuando los dos estén de acuerdo en considerar al adoptado como hijo, y aunque solo uno de ellos cumpla el requisito de la edad de 25 años. También pueden solicitar adopción aquellos que sean mayores de 25 años, libres de matrimonio, en pleno ejercicio de sus derechos. En ambos casos —aclaró— debe existir una diferencia de edad de 17 años, cuando menos. Explicó que cuando los menores son libe-
rados jurídicamente entran al consejo de adopción, en donde se valora quiénes de los anteriores son los más idóneos para cada caso: «Por ejemplo, en el consejo pasado entraron al consejo aproximadamente doce parejas, pero para custodias preadoptivas. ¿Qué quiere decir eso? Que antes de decir que la adopción ya es un hecho, hacemos una figura que nos marca el código penal, que es la preadopción, para que los niños tengan un margen de convivencia en su nuevo entorno», explicó.
El preadoptivo —explicó— permite valorar si los menores han sido incluidos por los padres adoptivos como una familia y si se han desarrollado bien. Después de eso se inicia el proceso de adopción formal. «Entonces yo no te puedo decir “tengo estos niños probables”, si a los que yo ya he visto, a los que ya hemos nosotros determinado que pudieran decir “estos niños son”, tenemos para fin de año, quizá, muy probablemente, tengamos liberados unos diez niños liberados jurídicamente, pero para iniciar preadopción, no todavía la adopción», aclaró.
Tiempos y centros de asistencia
Aunque por años y en todo México se ha cuestionado el tiempo que lleva un proceso de adopción tanto para las familias que quieren adoptar como para los menores, la procuradora señaló que no se trata de que sea rápido o lento, ya que, si la adopción cumple con todo, queda en un mes: «Para empezar, DIF es un sistema para integrar a la familia. Si para desarrollar esa integración de la familia, siempre les he manejado que, si yo tuviera cero adopciones, sería el mundo ideal porque eso nos habla de que cada niño está en su casa, con su familia. Prefiero que estén en su familia y trabajar por su familia porque a veces son condiciones de omisión, de pobreza, hay que ayudarlos para que ese niño no se tenga que ir en adopción», señaló.
Claudia Josefina Gámez Verduzco indicó que el DIF mantiene el enlace con centros de asistencia social. Indicó que son centros que el DIF regula y supervisa para que se autoricen. A la fecha existen 19 en el estado, algunos de la iniciativa privada, sumados a los de gobierno.
«Se pide un mínimo de requisitos: el acta constitutiva, la validación de protección civil, requisitos para decir “este centro sí puede operar”; después de eso DIF nacional manda un programa para que ahí vayan empezando a subir en la base de datos la información de los menores», mencionó. Sobre esto último, hizo hincapié al reconocer que es algo que ha fallado a nivel nacional, que no cuentan con una base de datos que diga cuántos niños están en espera de adopción, por lo que cada centro, dependan de DIF o no, tienen que empezar a subir a la base de datos información, como si el menor tiene familia o no, para que vean las posibilidad de reintegrarlos o enviarlos a adopción.
«Se tiene que pensar cuáles son las necesidades del niño, no cuáles son mis necesidades. Cuáles son las necesidades del él»
Elva Alicia Arce Psicóloga y orientadora familiar
Iniciativas fallidas
Sylvia Treviño, exdiputada de Acción Nacional en la legislatura pasada del Congreso del Estado, fue presidenta de la Comisión de Equidad, Género y Familia. Ahí planteó la modificación de los requisitos para que los ciudadanos puedan calificar para una adopción.
En entrevista para EL DEBATE lamentó que esta iniciativa no haya logrado concretarse durante la anterior legislatura y criticó la falta de leyes en dicha materia: «En la ley hace falta que haya más especificaciones en el tema de adopción porque creo que está bastante escueto y da margen a que una psicóloga equis, que ni preparada está, o una trabajadora social diga “no, este no es apto”, o “este sí es apto”, a su consideración, y el juez confía en el dictamen que la Procuraduría de Protección les da, entonces ahí sí tenemos que tener más protocolo, la ley tiene que estipular el actuar», destacó.
Explicó que no hay un estándar como de tipo de evaluación psicológica que tendría que hacerse con parámetros que sean iguales en todo el estado, inclusive en el país, lo que dijo trastoca dar a bebés y niños en adopción si no hay un estándar promedio. Abundó que lo anterior ya está en la agenda del DIF estatal y federal, incluso diputados federales ya han comenzado a tocar el tema: «Ya debe de salir porque es urgente. A mí me preocupa mucho que no tengamos, por ejemplo, un estudio estandarizado psicológico para descartar alguna enfermedad psiquiátrica, alguna perversión o algo, porque no te indica exactamente (la ley) qué tipo de reactivo poner», señaló.
Asimismo, destacó que la iniciativa planteó la certificación de los peritos en trabajo social por cómo evalúan dar o no los niños en adopción, así como la información que llega a los jueces. En ese sentido, lamentó que también exista un déficit muy importante en los magistrados de lo familiar, señalando que los juzgados de dicho rubro son rebasados por los casos. Concretar la iniciativa dependerá ahora de la nueva legislatura —señaló— tanto estatal como federal, y si en esta última logra concretarse, puede homologarse para Sinaloa.
«Es triste, la verdad, y hay una impotencia muy grande. Yo la sentí, estuve dos veces siendo diputada, que a veces hacemos cambios en la ley, como en el tema de las mujeres, y sí, ahí están los cambios en la ley, pero en la práctica es otro rollo, no se aplica la ley, no hay tal protección que dice la ley, no hay tal garantía de derechos en la ley. Entonces, ahí creo que la parte ejecutiva tiene que dar plazos y evaluación, no hay evaluación de la práctica de la ley», sentenció.
Efecto emocional
Elva Alicia Arce, psicóloga y orientadora familiar, habló con esta casa editorial sobre los procesos psicológicos que pueden enfrentar los menores que siempre han estado en orfandad y aquellos que están en procesos de adopción.
El medio ambiente donde el niño está desarrollándose, con quién convive y con quién comenzó a hablar se vuelven elementos determinantes porque lo van nutriendo en todos sus estados emocionales. El problema pudiera ocurrir —advierte— cuando el menor no se encuentra en un ambiente adecuado. Agregó que, como cualquier niño, tendría baja autoestima, así como la falta de figura paterna y estar en la búsqueda de la misma. «Depende también de la sensibilidad del niño, del temperamento del niño, es muy importante ver eso», mencionó. La especialista indicó que como seres sociales siempre queremos interactuar con los demás, y los niños empiezan a observar conductas, por lo que solo un niño completamente aislado no imaginaría o estructuraría una familia o lo que son las palabras mamá, papá o hermanos. En el caso de los menores que han sido separados de sus padres naturales por cuestiones de problemas familiares, la experta señaló que hay aspectos en el que los niños se sienten felices sin los padres. Aunque por naturaleza los hijos siempre quieren estar con sus progenitores, aunque estos los hayan tratado mal. «Puede haber sido un padre muy golpeador, una madre muy golpeadora y no dar una calidad de vida lo más óptima al hijo, pero finalmente dices “oye, pero es mi papá, es mi mamá, y los quiero”. Existe la resignación. Te quiero por el hecho de ser mi padre. Emocionalmente ahí está el conflicto», indicó.
El importante papel que juega una persona al prepararse emocionalmente para tener a un hijo adoptivo es una cuestión de familia, indicó la experta. Es cuestión de cómo guiar a un niño: «Todos los seres humanos debemos partir de ahí, se tiene que pensar cuáles son las necesidades del niño, no cuáles son mis necesidades. Cuáles son las necesidades del él, investigarlo, ver, buscar sus fortalezas, sus debilidades, sus áreas de oportunidad y también cuáles son sus amenazas», concluyó.
«Si yo tuviera cero adopciones, sería el mundo ideal porque eso nos habla de que cada niño está en su casa, con su familia. Prefiero que estén en su familia y trabajar por su familia»
Claudia Josefina Gámez
Verduzco
Procuradora del DIF