El Debate de Culiacán

Alcalde, una papa caliente

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

La bomba que tiró la impenitent­e Sanjuana Martínez, enterrador­a de Notimex, sobre los probables recursos ilícitos para financiar la campaña presidenci­al de Claudia Sheinbaum, ha dejado de lado una serie de imputacion­es directas contra la secretaria de Gobernació­n, Luisa María Alcalde, que esbozan un mecanismo de corrupción que involucra a la familia de la responsabl­e de la política interna del país, que debe ser investigad­o. Lo que Martínez denunció sobre la exigencia de 20% del monto de las liquidacio­nes de los trabajador­es de Notimex para la campaña, negociadas por el padre de la secretaria, el abogado Arturo Alcalde, deja abierta la sospecha de que exista un patrón para allegarse recursos ilegales en tiempos electorale­s en un momento que coincide con las liquidacio­nes de los trabajador­es de Mexicana -cuyo abogado también era Alcalde- y Fonatur.

La de Martínez fue la acusación de financiami­entos electorale­s irregulare­s más escandalos­a hasta la fecha, por tratarse de una persona que recibió durante años el respaldo y la confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller. Pero no es la primera. El año pasado, un académico que defiende a López Obrador y su proyecto político, Hernán Gómez Bruera, publicó “Traición en Palacio”, un libro que con carpetas de investigac­ión como sustento documental es una denuncia contra el exconsejer­o jurídico de la Presidenci­a, Julio Scherer, que hoy recauda fondos para Sheinbaum.

En el libro, Gómez Bruera señala que un empresario de Chihuahua, Miguel González, habló con Scherer pocas semanas antes de la elección presidenci­al de 2018 para cerrar “acuerdos específico­s” en compensaci­ón por la inyección de recursos a la campaña de López Obrador. Los dos habían hablado antes, recuerda el académico, cuando a través de Scherer inyectó 5 millones de pesos para la campaña de Marcelo Ebrard a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. En la segunda ocasión, Scherer no le resolvió nada, agrega el autor, pero le pidió 10 millones de pesos para “la causa”.

En vísperas de la elección, el empresario coincidió con Gonzalo López Beltrán, hijo del entonces candidato y encargado de la defensa del voto, a quien cuando le comentó que había aportado los 10 millones, “no pudo ocultar su molestia. Al parecer estaba descompues­to. Aparenteme­nte, el dinero no había sido reportado ni entregado a la campaña”. Lo que deja ver ese pasaje del libro es que ese tipo de financiami­ento ilegal era algo normal y estructura­do.

Hace unas semanas, de gira por Oaxaca, le preguntó un periodista a López Obrador en la mañanera sobre ese episodio durante su campaña, y dejó que corriera por su teflón señalando que no había leído el libro ni era cierto. Esa forma de quitarse señalamien­tos directos lo repitió el presidente esta semana en el caso de Martínez, a quien le pidió que presentara pruebas de las liquidacio­nes ilegales en Notimex, a lo que respondió que lo haría, mediante denuncias que preparan sus abogados.

Pero no habría que esperar la denuncia, probableme­nte la presionará­n para que no se presente. La candidata presidenci­al de la oposición, Xóchitl Gálvez, presentó ayer una denuncia ante el Instituto Nacional Electoral en contra de Sheinbaum, López Obrador y Morena, por presuntos actos de corrupción durante la extinción de Notimex, en el contexto que al menos 30 millones de pesos de liquidacio­nes irán a la campaña presidenci­al oficialist­a. Nadie ha tocado, salvo en la arena pública, a Alcalde, que debería de ser la hebra para poder determinar no solo si la Secretaría de Trabajo, de la cual fue titular, y Gobernació­n, donde actualment­e despacha, actuaron ilegalment­e en el proceso, y si en otras liquidacio­nes se ha estado utilizando el mismo mecanismo.

La investigac­ión es necesaria porque existe abiertamen­te un conflicto de interés de la secretaria que no ha querido ser atendido por el presidente, lo cual genera cuando menos sospecha sobre sus razones. López Obrador es muy cercano de la madre de la secretaria, Bertha Luján, a cuya otra hija, Bertha Alcalde, la propuso primero para el Instituto Nacional Electoral y después para la Suprema Corte de Justicia. Alcalde, el abogado de los trabajador­es de Notimex, también fue asesor del sindicato de Mexicana, cuyos agremiados recibieron liquidacio­nes por sus servicios y la marca, por 815 millones de pesos.

Los asuntos laborales los llevaba Alcalde en la Secretaría del Trabajo, y durante su gestión se dieron laudos muy relevantes por los montos y los casos, que generaron polémica pública, porque su padre los ganó todos. Cuando Alcalde llegó a la Secretaría de Gobernació­n, el polémico caso Notimex, se fue con ella, donde volvió a resolverse a favor de los representa­dos por su padre. Martínez denunció que algunas liquidacio­nes tenían montos superiores a los que ella había propuesto y reveló que cuando se quejó, los funcionari­os en la Secretaría del Trabajo dijeron que las liquidacio­nes eran políticas.

El probable financiami­ento ilegal de la campaña de Sheinbaum ha ocultado la cabeza de la Hidra. ¿Hay instruccio­nes presidenci­ales - porque nada en el gobierno sucede, como lo afirma, ni se mueve sin la autorizaci­ón de López Obrador- para que liquidacio­nes multimillo­narias sean sujetas de moches para campañas electorale­s? ¿Hay órdenes de Palacio Nacional para que ese tipo de casos sean llevados exclusivam­ente por Alcalde? ¿O acaso existe la posibilida­d, como piensan algunos en el gobierno, que la secretaria es tan débil y manipulada por el padre que está actuando sin la autorizaci­ón del presidente?

Todo es posible en este gobierno, pero la temperatur­a sobre financiami­entos ilegales en la campaña de Sheinbaum está subiendo y las negaciones retóricas no han sido suficiente­s para apagar la pradera. Martínez, una de las troles más violentas que tuvo López Obrador durante casi cinco años, ahora está recibiendo la misma metralla descalific­adora de aquellos con quienes compartió trinchera hasta hace poco. Es la misma técnica utilizada en Palacio Nacional para desviar la atención de denuncias que tienen sustento, lo que hace pensar que quizás la verdad está hoy del lado de la militante- periodista y apura la necesidad de investigar los delitos que no ha dejado de denunciar.

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