Se ha internacionalizado gracias a su rico sabor y su fácil preparación
Torrija española tiene “parientes” en varios países
MADRID (EFE).— Humilde y de aprovechamiento, así es la torrija, una receta típica de Semana Santa en España, que puede presumir de tener una familia enorme repartida por todo el mundo porque sus ingredientes —pan, leche y huevos— se han encontrado, históricamente, en casi todos las culturas.
La primera aparición documentada de la torrija aparece durante los siglos IV y V, cuando el gastrónomo romano Marco Gavio Apicio reflejó en su obra un producto muy parecido, a pesar de prescindir del huevo como ingrediente y ser sumergida solamente en leche.
Un bocado que, antes de convertirse en un popular postre, los expertos apuntan que su asociación a la Semana Santa se debe al aprovechamiento de pan sobrante en una época en que no se permitía comer carne.
Y es precisamente la sencillez de sus ingredientes lo que obra la magia de que se puedan encontrar en muchas pastelerías del mundo.
Pese a que torrija es el nombre más común en España, en la región de Galicia o en la isla de Menorca también se las conoce como “torradas de parida” o “sopes de Menorca”, respectivamente, dado que esta receta se consideraba un bocado de alto valor energético para los enfermos y embarazadas.
Aunque con algunas variaciones en su elaboración, este pan bañado en leche y cubierto en huevo para freírse y cubrirlo con azúcar tiene también paisanos fuera de España, como sucede en Francia, donde su versión de la torrija es el “pain perdú” (pan perdido).
En Portugal y Brasil, por su parte, optan por llamarlas “rabanadas” o “fatias de parida” (también haciendo referencia a su función de chute energético).
Desde tierras británicas llega el “eggy bread”, una versión salada de la ilustre torrija española, y el “poor knights of Windsor”, que sí que es casi idéntica a la receta española.
En Estados Unidos nos encontramos con las famosas “french toast” que inmortalizó una conocida escena de “Kramer contra Kramer”.