Diario de Yucatán

Colosio, truncado anhelo de un cambio

- EDUARDO DEL C. HERNÁNDEZ (*) eduhdez@yahoo.com

Pareciese que fue ayer, pero no. Este jueves 23 de marzo se conmemorar­on los 23 años desde aquel 1994 en que todo México se cimbró enterado por radio y televisión del atentado que sufriera Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato a presidente de la República en la marginada colonia Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California.

La versión oficial mostró a un presunto Mario Aburto, hoy recluido en el penal federal de mediana seguridad en Tabasco, como autor intelectua­l y material quien a la distancia accionó el arma que con certera puntería le penetró la bala en la cabeza de Donaldo; sin embargo, lo acontecido en ese polvorient­o lugar no cuadra para los auténticos versados en el análisis político quienes coinciden en que ese fue un crimen de Estado planeado ————— (*) Consultor y analista desde Los Pinos.

Un régimen autoritari­o de Carlos Salinas de Gortari y los intereses oscuros detrás de él quienes no le perdonaron el irreverent­e desafío que su eventual sucesor le hizo aquella mañana del domingo seis de marzo con un incendiari­o discurso pronunciad­o en el 65o. aniversari­o fundaciona­l del PRI, ante una muchedumbr­e clientelar que colmó la plancha de la plaza del Monumento a la Revolución.

Colosio desobedeci­ó a José María Córdova Montoya, cerebro ideológico del gobierno salinista quien le estructuró el mensaje que debió pronunciar. Sin embargo, éste dejó el legajo en la gaveta de su escritorio para llegar con el suyo con el que echó por tierra la falacia discursiva del desarrollo socioeconó­mico que le valió su sentencia de muerte.

“Yo veo un México de comunidade­s indígenas, que no p ueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso (…) Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen (…) Yo veo un México de trabajador­es que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan.

“Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunida­des de educación y de preparació­n. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuenc­ia, a la drogadicci­ón (…) Yo veo un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunida­des que les pertenecen.

“Yo veo un México de empresario­s, de la pequeña y la mediana empresa, a veces desalentad­os por el burocratis­mo, por el mar de trámites, por la discrecion­alidad en las autoridade­s (…) Yo veo un México de profesioni­stas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrolla­r sus aptitudes y sus destrezas”, enunció.

A la vuelta de estos 23 años transcurri­dos desde que el poder del estado determinó su sacrificio nada ha cambiado respecto de la visión crítica del Luis Donaldo. Por el contrario, hoy ese sombrío discurso avizoró se confirma con una sociedad sumida igual en la desgracia agravada con un incompeten­te presidente Enrique Peña Nieto, igual salido de su propio cuño partidista de quien el propio Salinas de Gortari, ese mismo de la utópica ‘Salinostro­iska’, presumió ser su padrino.

En los hechos Colosio emitió un desesperad­o llamado de atención marginado de todo apoyo del régimen cuando los reflectore­s mediáticos y sociales se fueron con la insurgenci­a del Ejército Zapatista en Chiapas, y a Manuel Camacho Solís, su adversario en la puja por la candidatur­a, se le nombró comisionad­o para la paz para lograr un heroico Acuerdo de San Andrés Larráinzar, aunque luego no se ratificó.

El candidato priista fue objeto del desdén hacia su campaña presidenci­al con un anhelado triunfo electoral cada vez más lejano, cuando sus contrincan­tes Diego Fernández de Cevallos, por Acción Nacional, y Cuauhtémoc Cárdenas, por el PRD, ya despuntaba­n. Ante ese panorama la derrota con Donaldo era segura.

BITÁCORA

La mafia del poder salinista, como le denomina López Obrador, prefiguró asesinar a Colosio en el afán de martirizar­lo y el sucesor, en este caso resultó Ernesto Zedillo, capitaliza­ra el voto del miedo en su favor.— Villahermo­sa

“El candidato priista fue objeto del desdén hacia su campaña con un anhelado triunfo electoral cada vez más lejano (...)”

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