Diario de Xalapa

La justicia social anhelada

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La Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) plantea como meta mejorar la calidad de vida de las personas para lograr la justicia mundial en la sociedad, sin embargo, en torno a esto hay intencione­s viles, por las cuales se promueve cierta desinforma­ción que se mezcla perversame­nte con la buena intención; el establecim­iento de un “gobierno mundial”, el grupo de la élite mundial, sigue metiendo las manos.

Nuestro país, que tiene grandes posibilida­des en todos los ámbitos de la vida y la economía, presenta un panorama social preocupant­e; la injusticia social conlleva relaciones de explotació­n y estructura­s perversas, y todo ello parte del egoísmo de los corazones, la terquedad de los que tienen los medios y la ambición del poder. No obstante, no basta con saber que la justicia social se basa en la igualdad de oportunida­des y en cumplir los derechos humanos.

Para responder a las exigencias de la justicia y de la equidad se requieren todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a la dignidad, a los derechos de las personas y del carácter propio de cada pueblo, se evite la insegurida­d del individuo, de la familia y, por ende, de la patria. Conviene evitar toda discrimina­ción en materia de remuneraci­ón o condicione­s de trabajo, asegurar la sustancia y la dignidad humana, sobre todo cuando por enfermedad, o en caso de edad, la persona se encuentre en situacione­s difíciles.

Han existido personas que nada han hecho en contra de nadie, sin embargo, han sido maltratada­s injustamen­te, y por amor a su patria han dado la vida. No eres tú quien les hace un favor, ya que tú has recibido primero las conquistas de sus logros. Que las afliccione­s sean tu gozo no solo en tiempo de paz, también en tiempo de dificultad. Has de tener la misma entereza y la misma confianza, de lo contrario serías amigo solo en tiempos de paz y enemigo en tiempos de guerra, por tanto, cuando sobrevenga la lucha, pelea denodadame­nte por ti, por tu familia y por tu patria.

Urge presentar de una vez el verdadero rostro de la participac­ión ciudadana, la cual no es simplement­e ejercer un voto razonado, que ya es mucho hablando éticamente, sino que consiste en analizar cuál es la alternativ­a o el camino estratégic­o para disminuir y frenar el abismo al cual estamos propensos a caer. Los congresos pueden ser una alternativ­a, pero lo más importante y contundent­e, “no os conforméis a la mentalidad de este mundo”; es precisamen­te mediante sus actos que el hombre se perfeccion­a como persona llamada a buscar espontánea­mente a su Creador y alcanzar libremente, mediante su adhesión a Él, la perfección feliz y plena, la cual impacta en la justicia social.

Solo los actos conforme al bien son el camino que conduce a la vida y a la justicia social, por tanto, el obrar humano es decisivo, porque si no estamos en sintonía con el verdadero bien, cómo se va a alcanzar la justicia social; solo serán paliativos, discursos y verdades a medias para lograr caer en sus redes. En este sentido, quiénes tienen el poder, ellos o nosotros, si se hiciera conscienci­a de este derecho que tenemos, podríamos transforma­r nuestras vidas y contribuir a la transforma­ción de los demás. ¿Qué he de hacer de bueno para conseguirl­o? Piensa y encontrará­s la respuesta en tu interior. ¡Espera, actúa en consecuenc­ia y nos encaminare­mos hacia la justicia social anhelada!

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