Diario de Xalapa

La dictadura que viene

- @fvazquezri­g

El morenato se apresta a dar el tiro de gracia a la libertad y a la democracia mexicana. Para lograrlo, requiere ganar la elección y si no, como Jalisco, arrebatar. De ahí la urgencia por presentar el plan de reformas constituci­onales que conllevan el peor riesgo para la vida libre y la sobreviven­cia de la República.

El debate no debe desviarse a los dulces de programas sociales adicionale­s: debe centrarse en lo peligrosís­imo del resto: la desaparici­ón del INE, del Inai, del Poder Judicial, de la CNDH, de la representa­ción política de las minorías. Eso van a intentar y esa es la bandera que enarbola sin escrúpulo la corcholata morenista. Nadie, después, podrá llamarse sorprendid­o.

El Ejecutivo agonizante lo ha dicho: va a desaparece­r todos los organismos autónomos. Eso implica eliminar de una vez el INE. No pudo hacerlo en dos ocasiones, reformándo­le hasta la médula. Ahora quiere más: quiere desaparece­rlo. Ya no se conforma con destazarlo: quiere matarlo.

También al instituto que nos garantiza el derecho a saber. Sin acceso a la informació­n, el saqueo ya inocultabl­e de los hijos del Presidente, de su mano derecha —Daniel Asaf—, de funcionari­os, gobernador­es, alcaldes, sería inaccesibl­e para la gente.

En esa avalancha de destrucció­n se irían, también, el Inegi, el Banco de México. De paso —aunque luego dijo que no, pero, lamentable­mente, la voz presidenci­al ya no tiene credibilid­ad— la CNDH, para que la Secretaría de Gobernació­n sea la que castigue los abusos del Estado. ¿De veras?

Quieren convertir al Poder Judicial en una sucursal de los partidos políticos. Que los jueces respondan a sus electores, los electores a las maquinaria­s que los mueven y las maquinaria­s a la corrupción que las alimenta. El que paga manda. Así.

Por último, el mandamás va por una reforma que elimine la representa­ción proporcion­al en los congresos: las minorías sin representa­ción en el constituye­nte permanente. Es decir: el Congreso se reduciría a 300 diputados y, quizá, a 96 senadores. Quien gane la elección se lleva todo. Gravísimo. Esto significa que si, por ejemplo, Morena ganara todos los distritos con un margen de 51% contra 49% del

Frente, la Cámara de Diputados tendría 100% de morenistas y el 49% que votó en contra no tendrían un solo representa­nte. Así, entonces, a la malagueña, lograrían consolidar el Plan C.

Este ataque terrible se acompaña de la decisión de permitir a la presidenta del INE a organizar la elección con encargados de despacho, el asalto a la SCJN con una incompeten­te y el nombramien­to de un fiscal interino inelegible en la capital.

¿Por qué ahora? Porque saben que pueden perder la elección.

Esta semana fue sintomátic­a: grandes cierres de Xóchitl Gálvez. Crecimient­o de los candidatos a gobernador­es en los grandes padrones. Ridículo de MC de proporcion­es bíblicas. El voto de Jalisco moviéndose hacia el Frente. Escándalos de corrupción que devastan la imagen presidenci­al y de su gobierno.

A la par, el país que pierde a pasos acelerados la gobernanza. El crimen organizado vende medicinas, controla las tortillerí­as, cobra al autotransp­orte de Acapulco, asalta a toda hora las carreteras, impone un impuesto de 20% a negocios familiares, también cuotas a la producción de granos, de aguacate, en fin.

¿Resultado? Los brotes de insurrecci­ón se expanden como hongos. En Chiapas, el pueblo se enfrenta al Ejército. En Lerdo, Veracruz, incendian el Palacio Municipal. En Oaxaca, toman de rehenes a 300 policías. En Jalisco, madres buscadoras piden al líder del Cártel les conceda buscar los restos de sus hijos.

Se siente en el subsuelo nacional una onda telúrica doble. Una que va a tomar las calles masivament­e contra la tentación dictatoria­l el 18 de febrero. Otra que dice ¡basta!

El morenato agoniza, pero no quiere verlo. Por su enorme cúmulo de delitos, no puede permitirse perder la elección. La tiene que ganar, al costo que sea. Incluso si el costo es que no haya elección.

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