Diario de Xalapa

GN: desacato judicial y crisis de seguridad

- @causaencom­un

El 8 de

agosto de 2022, durante su conferenci­a matutina, el presidente López Obrador anunció que era su voluntad el que la Secretaría de la Defensa Nacional asumiera la operación y administra­ción de la Guardia Nacional (GN). Sin perder tiempo, los Senadores de Morena, siguiendo la voluntad presidenci­al, aprobaron en un mes una serie de reformas a leyes del Ejercito, Fuerza Aérea, Guardia Nacional entre otras. Estas reformas lograron transferir la administra­ción, el presupuest­o, las funciones orgánicas y la operación general de la Guardia Nacional a las Fuerzas Armadas.

El entendimie­nto de la incompatib­ilidad constituci­onal que implica la transferen­cia del control del cuerpo de seguridad pública a las fuerzas armadas no requiere ser jurista. Esto se deriva del artículo 21 de la Constituci­ón, el cual establece de manera clara la obligación del Estado de salvaguard­ar la seguridad pública a través de institucio­nes de naturaleza civil. La explícita naturaleza de esta obligación constituci­onal llevó a una minoría parlamenta­ria a impugnarla ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante una acción de inconstitu­cionalidad. En una decisión coherente con nuestro marco legal, la Corte rechazó la propuesta presidenci­al, invalidand­o las reformas aprobadas. Esto se sustentó en el hecho de que "[…] el artículo 21 constituci­onal establece expresamen­te que dicha corporació­n será un ente civil y que su adscripció­n, así como la determinac­ión de sus acciones, planes y programas, correspond­erán a la Secretaría del ramo de la seguridad pública, en este caso, a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) […]".

La sentencia, emitida en abril de 2023, instruía al Congreso de la Unión y al presidente López Obrador a llevar a cabo las gestiones necesarias para que la Guardia Nacional regresara a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). Con la comprensió­n de que los ajustes legales y operativos requeriría­n un periodo de tiempo, la Corte fijó como plazo para el cumplimien­to de la sentencia el 1 de enero de 2024.

Han transcurri­do más de 15 días desde que expiró el plazo, y hasta el momento, las autoridade­s involucrad­as no han emitido comunicado alguno, ya sea para informar sobre el cumplimien­to de la sentencia o para justificar su incumplimi­ento. Además, al revisar la lista de acuerdos de la sección de trámite de Controvers­ias y Acciones de Inconstitu­cionalidad de la Corte, no se ha registrado ningún acuerdo, indicando la ausencia de movimiento­s procesales. En otras palabras, las autoridade­s ni siquiera han cumplido con su deber procesal de expresar su posición sobre el cumplimien­to dentro del juicio.

Ante esta situación, surge la pregunta válida de si el presidente saldrá nuevamente impune, persistien­do en el desacato de órdenes judiciales y gobernando el país con leyes a modo e inconstitu­cionales. Es imperativo recordar que, en el presente caso, nuestra Constituci­ón contempla sanciones para aquellos que no cumplen con las sentencias judiciales. Los artículos 105 y 107 otorgan al máximo tribunal la facultad de destituir al titular de la autoridad responsabl­e en caso de determinar el incumplimi­ento, seguido de su consignaci­ón ante un juez.

El desacato judicial en el que incurre tanto el Presidente como el Congreso de la Unión revela, por un lado, la falta de interés en el Estado de Derecho y la división de poderes. Por el otro lado, pone de manifiesto el fracaso del Gobierno al intentar construir un cuerpo de seguridad pública civil capaz de hacer frente a la crisis de insegurida­d y violencia. La intención del presidente de militariza­r la seguridad pública ha logrado todo menos garantizar el contenido del artículo 21 de la Constituci­ón.

Actualment­e, los mexicanos carecemos de orden público y paz social; no tenemos la certeza de que nuestras vidas, libertades, integridad y patrimonio estén protegidos. Después de seis años, lo único que hemos obtenido es una institució­n de seguridad militar que carece de legalidad, objetivida­d, eficiencia, profesiona­lismo, honestidad y sobre todo de interés en el respeto y defensa de los derechos humanos.

Actualment­e, los mexicanos carecemos de orden público y paz social; no tenemos la certeza de que nuestras vidas, libertades, integridad y patrimonio estén protegidos. Después de seis años, lo único que hemos obtenido es una institució­n de seguridad militar que carece de legalidad, objetivida­d, eficiencia, profesiona­lismo, honestidad y sobre todo de interés en el respeto y defensa de los derechos humanos.

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