Diario de Xalapa

Es una actividad que merece ser rescatada: Gloria Sosa

- ITZEL MOLINA

Han pasado 61 años desde que Gloria Sosa López tocó por primera vez el barro, material indispensa­ble en la actividad de la alfarería a la que diariament­e le otorga por lo menos tres horas de su tiempo en su vivienda, ubicada en Chiltoyac, congregaci­ón del municipio de Xalapa.

Apenas tenía 17 años cuando su suegra le mostró la forma en la que se debe tratar al barro que se recolecta en una zona denominada “El Barrial”, localizada a unos cuantos metros del poblado. Tres años más tarde, después de cumplir 20 años, empezó a elaborar sus primeras piezas de barro: ollas y tinajas para el agua.

Aunque a sus casi 78 años ya no puede ir por el barro, sigue elaborando piezas diariament­e para comerciali­zarlas entre quienes gustan de este tipo de artesanía.

Hace 20 años su actividad se vio afectada con la aparición de ollas de peltre y aluminio, lo que causó que la venta se detuviera, pero que su creativida­d aumentara.

“Llegó el tiempo en el que las ollas se dejaron de vender porque se ocupaban para los tamales, pero apareció el peltre y el aluminio, con lo que los clientes dejaron de comprar las piezas de barro. Yo pensé que algo tenía que hacer porque uno trabaja porque necesita el dinero, entonces comencé a imaginar las piezas: cochinitos, gallinas, muñecas, lámparas, anafres y muchos más”, comentó.

Alejada del uso de la tecnología, los moldes y las herramient­as de metal, esta artesana hizo uso de la imaginació­n para elaborar decenas de piezas que ahora sirven de ejemplo en las clases que imparte en el Centro Comunitari­o Tradicione­s, Oficios y Saberes, como parte del proyecto de rescate de la alfarería.

“Mi afán es que no se acabe esta tradición, que la alfarería permanezca en las nuevas generacion­es, por eso les doy curso, les enseño con mucha paciencia; se trata de una tradición de muchos años y por eso merece ser rescatada. He dado clases a muchas personas, incluso a parejas de Francia”, expuso.

Para la elaboració­n de sus piezas, siendo la única de su comunidad que hace figuras, utiliza como herramient­as olotes, un palo, una piedra de río, cuchillo y trapo.

Aunque tiene seis hijos, cinco hombres y una mujer, 23 nietos y 23 bisnietos, ninguno de sus descendien­tes se dedica en forma a esta actividad, dado que las piezas se comerciali­zan a un bajo precio.

“Los clientes no quieren pagar lo que este trabajo cuesta, las figuras se venden en 30, 50, 100 y 150 por mucho; mis hijos, nietos y bisnietos no se dedican a esta actividad porque con esto ninguna familia se mantiene, pero aun así yo lo hago porque la alfarería es como si fuera otro hijo para mí”, opinó.

En su interés por lograr la permanenci­a de la alfarería en su comunidad, en su casa fue adecuado un espacio para que jóvenes y adultos aprendan a usar el barro.

“Si yo me muero, si la gente que sabe hacer esto se muere, no va a haber quien haga piezas de barro, si yo me muero ya no va a haber ni tinajas porque nadie sabe hacer eso, la única soy yo, nadie más”, expresó.

Como artesana confió en que el proyecto de rescate continúe por varios años: “Si uno aprende y le enseña a otro y se va como una cadena segurament­e lograremos el rescate que se necesita. La alfarería es tan bonita que además de hacerse con amor tiene que realizarse con paciencia y mucho, pero mucho esmero para lograr los resultados que se quieren; los míos son que la gente se interese más y que permanezca por muchas generacion­es más”.

GLORIA SOSA LóPEZ

ARTESANA

La alfarería es tan bonita que además de hacerse con amor tiene que realizarse con paciencia y mucho, pero mucho esmero”.

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Rivera Jaime Gloria Sosa López lleva 61 años manejando el barro/

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