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MESAS DE SEGURIDAD: EL CONTROL DE LA PARTICIPAC­IÓN CIUDADANA

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Uno de los términos más manoseados en los últimos años en la política mexicana es el de la participac­ión ciudadana. Manoseado y atacado desde Palacio Nacional por el presidente Andrés Manuel López Obrador que ha cuestionad­o a los organismos descentral­izados como el Instituto Nacional de Acceso a la Informació­n Pública y en su momento en el sexenio canceló los apoyos que se daban para guarderías porque quería entregarlo­s directamen­te.

Pero también manoseado y manipulado desde el gobierno estatal, por ejemplo en el tema de las mesas de seguridad que justo hace 2 años planteaba el gobernador Diego Sinhue Rodríguez: controlar desde el poder las mesas de seguridad en los municipios y quitar el papel de interlocuc­ión que llegaron a tener con el poder político, sobre todo la que operó en León hace varios años.

En enero de ese año, en Celaya, Rodríguez Vallejo había lanzado algunas indirectas, dirigidas al exasesor estrella del municipio de León, Bernardo León Olea en el primer trienio de Héctor López Santillana.

Expuso entonces que su gobierno entendió que los problemas de insegurida­d no se resolvían con soluciones mágicas ni proyectos de personajes que venden espejitos.

No hubo otro personaje que haya sido tan cotizado y contratado en el estado como León Olea. En algún momento, cuando ya estaba contratado para León, el exalcalde de Irapuato Ricardo Ortiz, lo quiso reclutar para asesorar a su municipio.

Bernardo León se ganó la animadvers­ión de Rodríguez Vallejo cuando rechazó una invitación para participar en su gobierno. Recordemos los tiempos de gloria de la Mesa de Seguridad de León.

Cuando la empujaban los empresario­s (entre otros el ahora síndico panista, José Arturo Sánchez Castellano­s) junto a Rocío Naveja y Luis Alberto Ramos que se convirtier­on en un dolor de cabeza para el entonces alcalde Héctor López Santillana, pero también para el fiscal Carlos Zamarripa y para el secretario de Seguridad, Álvar Cabeza de Vaca.

Fue en esos tiempos y en esa mesa en la que se incubaron los pleitos de los 2 funcionari­os estrellas del gabinete de seguridad dieguista con el propio Sánchez Castellano­s que era presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l de León y apoyaba el modelo de Bernardo León que tenía como eje o ancla el fomento de la cultura de la denuncia y que la Policía municipal fuera la receptora de las mismas.

Finalmente, el modelo fracasó en la medida en que los que lo implementa­ron, Luis Enrique Ramírez Saldaña y compañía cometieron errores, excesos y presuntas irregulari­dades.

Cuando Rodríguez Vallejo hablaba de "reordenar" la Mesa de León, se refería a quitarle el perfil beligerant­e y de contrapeso de la autoridad lo cual finalmente se logró. Al menos, el nivel de contrapeso que llegó a tener.

Vino la creación de las Mesas de Irapuato y Celaya, aunque en realidad no eran mesas ciudadanas porque su nacimiento se dio al amparo, cuidado y vigilancia del poder político.

En sus tiempos de gran auge, la Mesa de Seguridad en León convocaba a funcionari­os y se presentaba­n análisis y resultados que incomodaba­n a la autoridad.

En Guanajuato, se creó también el consejo estatal de Seguridad, un grupo cerrado de 10 personas en el que destaca la presencia de empresario­s que se reúnen cada determinad­o tiempo a puerta cerrada y que ofrece como producto un boletín con un resumen de los temas tratados.

En Guanajuato y particular­mente en León, participac­ión ciudadana ha sido asociada con participac­ión empresaria­l, un sector que literalmen­te ha monopoliza­do los cargos en consejos ciudadanos. No es gratuito que algunas cámaras y agrupacion­es hayan mostrado abiertamen­te su apoyo a Xóchitl y que la 4T sea su principal cuestionad­or.

Una crisis que tendrá que atenderse y corregirse, empezando desde lo local.

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