TURISMO DEJA SU 'HUELLA' CON PINTAS EN CALLEJONES
LAS CALLES QUE CONECTAN EL CENTRO CON EL MIRADOR SE HAN CONVERTIDO EN LIENZO DE VÁNDALOS LOCALES Y FORÁNEOS ANTE LA INDIFERENCIA DE AUTORIDADES Y VECINOS DE LA ZONA
Algunos de los callejones que conectan el centro de la ciudad con el popular mirador El Pípila tienen series problemas de vandalismo, inseguridad y basura. Todos estos problemas parecen estar relacionados con el turismo en la ciudad.
Es común que en el discurso oficial, el llamado sea para que los ciudadanos colaboren con la limpieza de la ciudad, barriendo el frente de una propiedad y colocando la basura en los depósitos asignados, pero rara vez se menciona la problemática relación
que hay entre los pobladores locales y los visistantes.
La Subida a San Miguel, ese callejón que lleva al mirador El Pípila desde el Callejón del Beso o el Templo de San Francisco, es el mejor ejemplo de estas tensiones: de un extremo a otro del callejón diariamente se acumulan montañas de basura, vandalismo provocado por lo turismo (como lo atestiguan los alusones a las ciudades de origen de quienes rayan las paredes) y uno que otro punto con un profundo aroma a orina, sobre todo cerca de los bares que se encuentran en la zona.
Sin embargo, también es claro que muchos de quienes habitan este callejón y otros visitados por los turistas viven justamente de venderles a estos recuerdos de la ciudad o artesanías.
Estas afecciones no son exclusivas de aquellos callejones con mucha actividad comercial. Otros, como es el caso de Boliche y el Callejón del Calvario también padecen de vandalismo, basura e inseguridad, lo que ha llevado a muchos vecinos a organizarse en comités y poner cámaras de seguridad.
Estos problemas se han intensificado debido al gran número de casas que se rentan por plataformas de hospedaje como
Airbnb, ya que por un lado, los dueños de estas propiedades no muestran mucho interés por colaborar con la limpieza de los callejones y la presencia de turistas atrae a asaltantes expectantes de una víctima.
Por último está el problema del alcoholismo, del que no puede señalarse solamente a los turistas, pues se sabe que no sólo ellos gustan de beber y dejar, cuando no romper deliberamente, botellas de vidrios en estos callejones, también hay población local que tiene el hábito de reunirse en los recodos de los caminos a consumir alcohol.