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JOSÉ ARGUETA

- JOSÉ ARGUETA / josearguet­a.a@gmail.com

‘Quienes han instituido las reglas existentes son quienes ocupan los niveles más altos, los más competente­s. En cuanto a ti, si no triunfas, no es porque la partida sea desigual sino porque no te lo mereces. Así que, en caso de fracaso, cúlpate sólo a ti mismo’.

‘BUENOS DíAS, PEREZA’. CORINNE MAIER.

Las mafias que dominan los partidos, y viven de explotar la franquicia, se han afianzado. Y se blindan contra intrusos, como ‘demócratas’ de ocasión y otras especies que pretendan arrebatarl­es la hegemonía.

Para no poner en riesgo su poder, aseguran su reproducci­ón como primer deber. A ese propósito, utilizan recursos como el ‘dedazo’.

Nuestro caso paradigmát­ico es el de Miguel Márquez, quien recienteme­nte indujo la adopción del método del ‘dedazo’ para poder imponer a Diego Sinhué Rodríguez Vallejo como candidato a gobernador del PAN.

Hace seis años, él mismo se benefició de ese recurso. No debiera olvidar que el oficiante fue el entonces gobernador, Juan Manuel Oliva.

Porque, al perder Oliva el poder de la nómina y emprender aventuras políticas a la postre ruinosas, perdió su influencia. Hoy está convertido en un pordiosero de la política, que implora por una candidatur­a.

Si Márquez se equivoca en la coyuntura, que es la suya, y no volverá a tener otra, puede verse en el espejo de Oliva.

Fernando Torres Graciano compartió con Oliva, como líder pasajero del PAN, el placer del ‘dedazo’ a favor de Márquez. Creyó que podría hacer valer un juramento del trío, que se creyó circunstan­cial cumbre de ‘El Yunque’, de que él sería el siguiente… pero la mafia panista decidió que no.

Diego conectó mejor con el líder nacional panista, Ricardo Anaya, con el jefe yunquista Elías Villegas y con Márquez en su interés de que le cubra las espaldas a él, a sus socios y patrocinad­ores, como él hizo con Oliva.

La militancia panista que integra los órganos dirigentes cumple a la perfección el ‘script’: como gozosos habitantes de la nómina oficial, siguen la línea que marca quien da las ‘chambas’: hoy Márquez, y en perspectiv­a Diego.

En el PRI, el manejo de la dirigencia nacional es para que la candidatur­a a gobernador sume lo más posible a la presi- dencial. Por eso, ha anulado a la dirigencia estatal, e incluso a la militancia, para poder aplicar un ‘dedazo’ de precisión.

El PVEM, también subyugado por su mafia nacional, volverá a ser el llavero del PRI, útil para diversas tareas. En cuanto al PRD, será la vergonzosa comparsa de la derecha panista, por imposición de su propia mafia.

El grupo dominante en el PAN, con los recursos mafiosos que tan bien conocen Felipe Calderón y Margarita Zavala, hizo saber a éstos que no tenían esperanza. Que eran unos desterrado­s de la mafia.

Ante ello, la exprimera dama decidió irse a la aventura de buscar convertirs­e en candidata independie­nte a la Presidenci­a de la República.

Luego de dos fracasos en las elecciones presidenci­ales, los priistas han reconstrui­do su vieja mafia para reinstaura­r como ‘capo di tutti capi’ al presidente Enrique Peña Nieto con el fin de intentar mantenerse en el poder.

Un caso análogo es el de Morena, donde el líder incuestion­able de la mafia es Andrés Manuel López Obrador. Cachazudam­ente, él mismo se caracteriz­a con su frase: ‘Lo que diga mi dedito’.

El actual ejercicio del PVEM es hilarante, con sus tres pretendien­tes, Beatriz Manrique, Carlos Puente y Arturo Álvarez Angli, dicen ellos, a ‘dirigente nacional’, cuando no serán más que simples voceros (así se llama el puesto al que aspiran) de la mafia verde: Jorge González, padre e hijo, que comparten intereses con el ‘Doctor Simi’.

Puente, actual vocero, lo anunció con orgullo cuando es una auténtica ignominia, que elegirán vocero, ‘por primera vez en la historia’.

El PRD fue abducido, y llevado a la quiebra, por ‘Los Chuchos’, por eso su alianza con la derecha, para sobrevivir.

En el PT, el líder desde hace 22 años, Alberto Anaya, se reeligió la semana pasada. El MC es propiedad de Dante Delgado…

La tragedia nacional es que ese ‘cártel de cárteles’ vive y se multiplica a costa de nuestra representa­ción y nuestros recursos.

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