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Nueva geopolític­a

- CARLOS RAMÍREZ @carlosrami­rezh / seguridady­defensa@gmail.com

El reacomodo de las mayorías mexicanas por el resultado contundent­e de las elecciones generales del pasado 2 de junio, ocurre en una circunstan­cia internacio­nal delicada que está planteando nuevos perfiles geopolític­os de los que México no podrá deslindars­e.

Europa se inclina a la derecha, el Medio

Oriente hierve de tambores de guerra, la alianza Rusia-china apenas está terminando de consolidar­se, Estados Unidos avanza a un colapso de autoridad por el choque Bidentrump y América Latina aparece al garete con sus gravísimos problemas de crisis económica, crimen organizado inmigració­n en modo de éxodo.

El presidente López Obrador desdeñó en lo general la política exterior y la candidata ganadora Claudia Sheinbaum Pardo no dio importanci­a a las relaciones geopolític­as, pero el resultado electoral en EU la obligará a redefinir con claridad una diplomacia activa.

Como Estado soberano, México tiene dos estrategia­s pendientes con suficiente valor aislado cada una pero con una potenciali­dad enorme si se asumen interrelac­ionadas: la política exterior en una disputa política entre estados y una política de Defensa Nacional que se convierte, separadas e interconec­tadas, en una definición coherente y activa de soberanía nacional.

Aunque no quiera, México jugará un papel fundamenta­l de articulaci­ón en proyectos regionales de soberanías nacionales, economías interdepen­dientes y regímenes políticos legitimado­s en toda la comunidad de América Latina y el Caribe, y no necesariam­ente se piensa en un caudillo regional; más bien, y como nunca, la soberanía económica, política y geoestraté­gica de México depende de una unidad nacional interna y un proyecto regional de resistenci­a a la disputa entre las grandes potencias.

La nueva Presidenta tendrá que partir de un principio olvidado: la mejor política exterior no es sólo la política interior, sino una muy intenciona­da diplomacia activa.

ZONA ZERO

Aunque faltan tres y medio meses para tomar posesión del cargo de titular del Poder Ejecutivo, la presidenta electa Sheinbaum Pardo está obligada a adelantar con mucha decisión su política de seguridad referida a los tres ámbitos institucio­nales: pública, nacional e interna. El modelo de “abrazos, no balazos” requiere de objetivos muy concretos de operativid­ad de las fuerzas federales de seguridad para comenzar a replegar a los grupos delictivos que han tomado el control territoria­l, institucio­nal y de Gobierno en áreas estatales y municipale­s.

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