Bufetes europeos miran a LATAM
En los últimos tres años, se ha desatado una carrera entre los bufetes de origen europeo por establecerse definitivamente en Latinoamérica. El crecimiento económico de esta región en los últimos tiempos ha despertado el interés de los despachos anglosajones, pero también de los españoles, que quieren expandir su negocio, animados por la internacionalización de sus clientes, que han visto en América Latina la oportunidad de diversificar geográficamente sus actividades y depender en menor medida de las ventas domésticas.
El paso más grande lo ha dado el despacho Garrigues, que comenzó a ejercer el derecho local en Colombia, Perú y México, además de iniciar contactos con posibles socios en Ecuador, Argentina, Venezuela, Costa Rica y Panamá; una decisión sin precedentes en el sector legal español. En opinión de Marisa Méndez, profesora del área jurídica de IE Business School, hay varias razones de este reciente interés de los bufetes españoles por establecerse en la región: “Por un lado, los despachos siguen a sus clientes y España sigue siendo el segundo inversor en la zona, sumándose las pymes a la presencia de grandes empresas. Por otro, la estabilidad de la región y los contactos que los abogados han generado (con sus pares al otro lado del Atlántico) en las dos últimas décadas facilitan el desembarco”.
Sin embargo, esta experta advierte que “es un error ver Latinoamérica como un todo, porque la realidad varía mucho de un país a otro, tanto en sofisticación del negocio como en la dificultad para asentarse o ejercer la profesión”. Ella destaca que hay jugadores locales muy consolidados, “con una intensa gestión interna y con una actitud muy flexible para incorporar las nuevas tendencias dentro del sector, desde segundas marcas (nueva imagen para ofrecer otro tipo de asesoramiento, generalmente low cost) a externalización y servicios virtuales”. Por eso, Méndez afirma “la competencia no es sencilla”.
Precisamente, por este motivo, cada despacho está siguiendo su propia estrategia para aterrizar en América Latina, ya que las reglas de juego son diferentes en función del país de destino. Por ejemplo, Brasil no permite que ningún despacho o abogado extranjero ejerza en su territorio, por lo que la única fórmula es entrar en el país a través de una alianza o tomar una parti- cipación en un despacho local. Firmas españolas como Albiñana & Suárez de Lezo o Roca Junyent han optado por la vía de las alianzas, al igual que Broseta, que creó su propia red con firmas latinoamericanas como socios para asesorar clientes a ambos lados del Atlántico.
Parecido al modelo que ha seguido Garrigues, pero con una estrategia más modesta, es el caso de RHGR, que ha creado la marca Ontier para englobar su negocio internacional. Este pequeño despacho español está comprando participaciones, generalmente mayoritarias, en despachos ya establecidos en diferentes países latinoamericanos, de modo que está creciendo con presencia y marca propias. “América es una prioridad para nosotros”, asegura su consejero delegado, Bernardo Gutiérrez de la Roza. La firma apostó inicialmente por México, Paraguay y Brasil, para luego seguir por Perú y Chile. Su última apertura en el continente americano ha sido en Miami. Independientemente de la estrategia que esté adoptando cada bufete, ya sea a través de oficinas propias o alianzas con socios locales, la expansión en Latinoamérica se está articulando, en la mayoría de los casos, a través del eje Madrid-Miami-México. Incluso las grandes firmas anglosajonas están utilizando esta vía para entrar en la región, ya que la mayoría tiene oficina en Madrid, a la que están encargando que lidere la expansión en Latinoamérica