El lugar donde todo era posible
Cuenta una extraña historia de un hombre, ya entrado en años, que caminaba por un desierto, hambriento y sediento. Entró en un oasis de vegetación verde y lleno de palmeras. Encontró una casa, llamó a la puerta, le abrió un niño pequeño y le pidió pasar adelante. El anciano le explicó que estaba sediento y hambriento y le suplicó que le pidiera a su madre que le diera algo de beber y de comer. El niño lo pasó al comedor y le pidió sentarse. Rápidamente le trajo agua fresca y una serie de platillos deliciosos. Al finalizar la opípara comida le pidió al niño que llamara a su mamá para darle las gracias. El muchachito le explicó que él le había servido solo. Y añadió: “Estás en el lugar donde todo es posible”. El anciano, muy sorprendido, le pidió que le explicara más. Le dijo que todo lo que se piense, aquí se realiza. Quiso entonces probarlo, pensó en tener solo veinticinco años, y para su sorpresa las arrugas se fueron y la fuerza de la juventud lo invadió. Pensó entonces que aquello no podía ser realidad, que todo seguramente era nada más un sueño irrealizable. De pronto sintió como que despertó, las arrugas, el hambre y la sed regresaron de nuevo. El lugar donde todo es posible actuó en su contra y huyó para siempre de él.
Por supuesto no es más que una extraña historia, pero si hemos de sacar una lección de ella es la importancia que tienen nuestros pensamientos en nuestras realizaciones. Norman Vincent Peale, en su libro “El optimista tenaz”, explica que “los pensamientos pesimistas inhiben nuestra acción, mientras que los pensamientos optimistas nos incitan a la acción”. En cierta forma, en este mundo vivimos en un lugar donde todo es posible. Tanto si la inacción nos llena de sentimientos de frustración, como si la acción, que multiplica nuestro entusiasmo y llena nuestras vidas de realizaciones. Recordemos siempre que la diferencia estará en la clase de los pensamientos con que llenamos nuestras mentes.
Dejarnos arrastrar por el pesimismo que nos rodea, entrando en la temida inacción.
Hacer el esfuerzo por tener pensamientos optimistas, que provoquen acciones positivas.
“LO POSITIVO: HACER EL ESFUERZO POR TENER PENSAMIENTOS OPTIMISTAS, QUE PROVOQUEN ACCIONES POSITIVAS”.