Muertos héroes
En muertos héroes se han convertido Josué Vargas, Felipe Varela y Óscar Madrid, los tres bomberos que murieron producto de su delicada labor mientras apagaban el incendio que ocurrió el miércoles recién pasado en la zona de la Montañita en la capital, Tegucigalpa. Desde su fundación el 1 de noviembre de 1955, siendo el primer comandante el general Pompilio Aguiluz, hasta el día de la tragedia, bajo la comandancia del general Omar Silva, esta fundación ha subexistido debido a que no ha tenido el apoyo justo y necesario por las autoridades gubernamentales ni municipales. Pues han sido las ayudas de varios países europeos que han fortalecido el equipo de esta institución, en especial España y últimamente, Taiwán. Los salarios de estos miembros bomberiles han sido míseros y ha sido normal el reclamo continuo por el atraso de estos pagos. La sociedad hondureña es consciente de que es una digna y ardua labor de las 24 horas y los 365 días del año, donde en cada actividad ponen en riesgos sus vidas. Honduras es uno de los países más arriesgados para ejercer este servicio, debido a que tienen que enfrentarse al ejército de pirómanos que cada año le prenden fuego al bosque. Pues el año pasado, 2017, fueron quemadas 36,000 hectáreas de bosque. La cantidad de incendios que se registran en los 298 municipios que conforman el territorio nacional es impresionante y alarmante e igualmente preocupante e indignante, pues las leyes son pusilánimes y los criminales de estos hechos nunca aparecen. Al final las victimas directas han sido estos valientes bomberos que pagaron con sus vidas las imprudencias y maldad de estos enemigos de la naturaleza y asesinos de estas tres valiosas vidas que la sociedad ahora los nombra héroes, ahora que están muertos en un país llamado Honduras.