Que los “dreamers” regresen a Honduras
Cuando la nación judía se estableció nuevamente en la tierra de Israel en 1948, Jerusalén no era más que una ciudad sucia, mal oliente, sin sistemas de alcantarillado sanitario, más parecida a un caserío pobre que a una ciudad milenaria y ostentosa; sin embargo, el deseo de todos los judíos del mundo era regresar y establecerse en la tierra prometida. Nada de lo desagradable que hubiera allí les podía desanimar de su vehemente anhelo de regresar a Israel. Por qué tal deseo y entusiasmo de volver a un país naciente, al menos en la época moderna, si se puede decir así. Porque tenían promesas que solo querían hacer realidad allí, en su propia tierra, en la tierra que un día dejaron sus padres y muchos de ellos siendo niños. Nosotros hoy, en el siglo que ha visto el mayor desarrollo tecnológico de la historia, donde el comercio se ha vuelto tan fluido como el agua y somos parte del grupo de naciones que luchan por abrirse campo en el desarrollo de su gente, estamos aterrados por la posibilidad de que regresen al país 57,000 hondureños del norte, que en aquella nación bien han hecho en llamarles soñadores, puesto que solo alguien que tiene un sueño es capaz de realizar la odisea que han hecho nuestros compatriotas en Estados Unidos. Ni los “dreamers” quieren regresar ni nosotros queremos recibirlos. A ellos les aterra regresar a un país que desconocen, sin lengua, sin raíces, sin amigos. A nosotros nos aterra dónde los emplearemos, cómo les brindaremos servicios básicos y cómo los insertaremos en nuestra realidad. Qué triste, para ellos las causas que les hicieron marcharse todavía están allí, para nosotros como nación nuestros males siguen siendo los mismos que cuando los soñadores se marcharon. Lo cierto es que parece que no tenemos identidad, no tenemos sentido de patria, no hay compromiso con el futuro de esta nación, pero no tiene que ser así. Los “dreamers” pueden ser de las mejores cosas que nos hayan pasado como país y, para ellos, la oportunidad de aportar esos sueños que tienen por el bien del país. Bienvenidos sean los soñadores a un país que ha perdido sus sueños, bienvenidos a un país que todavía está en construcción y ustedes lo pueden construir mejor. Los soñadores pueden construir la plataforma para que Honduras sea un país bilingüe, ellos son los que pueden culturizar a los hondureños en el respeto de la ley, en el respeto de las reglas y contagiarnos del sentido de realización que tanto inculca la cultura americana, después de todo, ellos son tanto de aquí como de allá. Esa mezcla de sueños y realidad con que han aprendido a convivir en el país del norte la necesitamos acá. Jerusalén no es hoy ni un museo ni un mausoleo, gracias a su pueblo, la Ciudad Eterna es una metrópoli con aires de modernidad que no tiene nada que envidiar a las grandes metrópolis del mundo, Israel es un país próspero y una democracia modelo en el Medio Oriente. Los “dreamers” pueden ser el ingrediente para que un país aletargado, sin educación y sin trabajo se convierta en el sueño de todos los hondureños.
“Los ‘dreamers’ pueden convertir El país, a Letar gado, enun sueño paratodos Los hondureños”