“El monotributo amplía la recaudación”
El nuevo Código Tributario crea el monotributo en su artículo 7 como un régimen especial basado en alícuotas escalonadas, que debe sustituir la obligación de cualquier tributo a los ingresos directos o conexos. Sin embargo, si refrescamos la memoria, se comenzó a promocionar el monotributo como el acceso a la seguridad social, acceso al crédito, etcétera, para la economía informal. Poco después se cambió la propaganda a una simplificación de impuestos, es decir, pagará un solo impuesto (tributo único) quienes se arropen en esta sábana. Nos queda claro que el monotributo no es un instrumento de carácter social, como en sus primeras insinuaciones, más bien es una medida para la ampliación de la base tributaria y afrontar el hartazgo recaudatorio del Gobierno. En consecuencia, el monotributo representa la mejor opción de recaudación tributaria por una creciente deuda pública y el pago de la misma, pérdida de ingresos debido a las exoneraciones fiscales a ciertos grupos económicos y a concesionarios de alianzas público-privadas, mantener un inflado presupuesto y, sobre todo, la imagen de una recaudación fiscal creciente, recaudación incrementada anteriormente por el impuesto sobre venta (ISV) de 12 a 15%, extender período de la tasa de seguridad, el 1.5% sobre las ventas brutas, incremento en el impuesto al combustible (impuesto que se encuentra dolarizado). Ante esto, existe la preocupación sobre el impacto socioeconómico que podría generar el monotributo, golpe que no está medido nuevamente por las autoridades.