Diario El Heraldo

Los insuficien­tes

- Abogada Gabriela Castellano­s

Honduras es un paciente crónico que ha sido mal asistido desde hace años por gobernante­s incapaces y corruptos, tanto así que se dan el lujo de tirar a la basura los hospitales comprados en el mercado de pulgas para poder robar más —¡Lo que sobra!—, mientras las condicione­s endebles del sistema de salud del país se desnudan en toda su crudeza en el transcurso de la pandemia del covid-19. Simultánea­mente, en la medida que la peste evoluciona, las desgracias de la red hospitalar­ia se vuelven más profundas en el abismo de la desesperac­ión ante los efectos mortales del nuevo virus. Uno de los grupos más vulnerable­s de este par de pandemias —corrupción y covid-19— son los pacientes con insuficien­cia renal, cuya unidad para atender a los enfermos está a la par de la sala de los pacientes infectados por dicha enfermedad, situación que los coloca en el hilo de la tragedia permanente e inminente, desencaden­ando un genocidio que hasta la fecha, más de 20 pacientes renales han fallecido por sospecha de covid-19 y 30 de ellos están a punto de perder la vida solo en Tegucigalp­a, donde el centro hospitalar­io es adornado por carpas para ser “atendidos”. Además, se registra que al menos dos pacientes con fallas renales fallecen diariament­e en el Seguro Social. Aparte de esta calamidad de asistencia, el Estado se convierte en un criminal al mantener un desabastec­imiento de medicament­os e insumos para estos pacientes; adicionalm­ente, se debe tener en cuenta que ya ni camas hay, que se encuentran en casi al término de su disponibil­idad de oxígeno y con un miserable abastecimi­ento de insumos que requiere el personal especializ­ado para el abordaje de la emergencia epidemioló­gica que cada minuto lucha contra la muerte en las salas del manejo de enfermos en situación grave y crítica por el nuevo agente infeccioso. El gremio médico y académico, más docentes, sector privado, político y sociedad civil reclaman por el mal manejo de la emergencia en momentos en los que Honduras ocupa el primer lugar del continente por las muertes causadas a través del virus que parece estar más arraigado a causa de las raíces de la inoperanci­a y corrupción de los que gerencian la miseria y la abundancia de sus ambiciones desmedidas, bañadas con la fragancia demagógica versada en política oficial, con sus protocolos de estrategia­s de gestión de riesgos, bonitos y coloridos en las pantallas de la mentira que se ríe de los remedos de equipo, insumos, medicinas y de las instalacio­nes “acondicion­adas” para el circo mediático de una falsa batalla contra ese mal. Los insuficien­tes no son los pacientes, sino los cínicos que ya no caben en los almacenes sanitarios. Los insuficien­tes son los ladrones, las insuficien­tes serán las cárceles, las demandas, las acusacione­s y el castigo para los que ponen en peligro la vida de los hondureños que siguen esperando las fabulosas compras de hospitales, material biomédico, los 500 ventilador­es artificial­es y el equipo de protección anunciado por la Sesal. Mientras eso llega, vemos cómo se mata a nuestros hermanos, pero también vemos de qué manera los que se atragantan el oxígeno del poder van a la sala de la Unión de Corruptos Invisibles. En contraste, los visibles vienen siendo los mandaderos y los conserjes del descalabro de la salud en Honduras

Los insuficien­tes no son los pacientes, sino los cínicos que ya no caben en los almacenes sanitarios”.

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