Los insuficientes
Honduras es un paciente crónico que ha sido mal asistido desde hace años por gobernantes incapaces y corruptos, tanto así que se dan el lujo de tirar a la basura los hospitales comprados en el mercado de pulgas para poder robar más —¡Lo que sobra!—, mientras las condiciones endebles del sistema de salud del país se desnudan en toda su crudeza en el transcurso de la pandemia del covid-19. Simultáneamente, en la medida que la peste evoluciona, las desgracias de la red hospitalaria se vuelven más profundas en el abismo de la desesperación ante los efectos mortales del nuevo virus. Uno de los grupos más vulnerables de este par de pandemias —corrupción y covid-19— son los pacientes con insuficiencia renal, cuya unidad para atender a los enfermos está a la par de la sala de los pacientes infectados por dicha enfermedad, situación que los coloca en el hilo de la tragedia permanente e inminente, desencadenando un genocidio que hasta la fecha, más de 20 pacientes renales han fallecido por sospecha de covid-19 y 30 de ellos están a punto de perder la vida solo en Tegucigalpa, donde el centro hospitalario es adornado por carpas para ser “atendidos”. Además, se registra que al menos dos pacientes con fallas renales fallecen diariamente en el Seguro Social. Aparte de esta calamidad de asistencia, el Estado se convierte en un criminal al mantener un desabastecimiento de medicamentos e insumos para estos pacientes; adicionalmente, se debe tener en cuenta que ya ni camas hay, que se encuentran en casi al término de su disponibilidad de oxígeno y con un miserable abastecimiento de insumos que requiere el personal especializado para el abordaje de la emergencia epidemiológica que cada minuto lucha contra la muerte en las salas del manejo de enfermos en situación grave y crítica por el nuevo agente infeccioso. El gremio médico y académico, más docentes, sector privado, político y sociedad civil reclaman por el mal manejo de la emergencia en momentos en los que Honduras ocupa el primer lugar del continente por las muertes causadas a través del virus que parece estar más arraigado a causa de las raíces de la inoperancia y corrupción de los que gerencian la miseria y la abundancia de sus ambiciones desmedidas, bañadas con la fragancia demagógica versada en política oficial, con sus protocolos de estrategias de gestión de riesgos, bonitos y coloridos en las pantallas de la mentira que se ríe de los remedos de equipo, insumos, medicinas y de las instalaciones “acondicionadas” para el circo mediático de una falsa batalla contra ese mal. Los insuficientes no son los pacientes, sino los cínicos que ya no caben en los almacenes sanitarios. Los insuficientes son los ladrones, las insuficientes serán las cárceles, las demandas, las acusaciones y el castigo para los que ponen en peligro la vida de los hondureños que siguen esperando las fabulosas compras de hospitales, material biomédico, los 500 ventiladores artificiales y el equipo de protección anunciado por la Sesal. Mientras eso llega, vemos cómo se mata a nuestros hermanos, pero también vemos de qué manera los que se atragantan el oxígeno del poder van a la sala de la Unión de Corruptos Invisibles. En contraste, los visibles vienen siendo los mandaderos y los conserjes del descalabro de la salud en Honduras
Los insuficientes no son los pacientes, sino los cínicos que ya no caben en los almacenes sanitarios”.