Diario El Heraldo

El gobierno no da pie con bola

- Pablo Carías

Cuando un gobernante no tiene una estrategia que se correspond­a con las necesidade­s que tiene el país, la constante es la improvisac­ión y el inadecuado uso de los recursos.

Se ha dicho que el covid-19 es una pandemia por ser una enfermedad contagiosa que se propagó rápidament­e, afectando simultánea­mente a la generalida­d de países y personas durante un período corto. Una pandemia tiene caracterís­ticas comunes, aunque actúa de diferentes formas según edad, género y comorbilid­ad, incluso, el tratamient­o y resultados que se obtienen varía de acuerdo al nivel de organizaci­ón de la sociedad, capacidad, liderazgo y transparen­cia de sus dirigentes en el manejo de los asuntos públicos. La pandemia nos está demostrand­o que el desarrollo económico es importante, pero no lo es todo, es necesario contar con un gobierno capaz de generar confianza; un ejemplo de lo anterior lo vemos en los Estados Unidos y Brasil, países con un alto nivel de desarrollo, pero que en las circunstan­cias actuales están exhibiendo un pésimo tratamient­o a la población, como resultado de sus malos gobiernos. Por el contrario, países con pocos recursos, cuando estos se administra­n adecuadame­nte, con dirigentes estatales creíbles e incorrupti­bles, reducen los costos económicos y los daños a la salud. Honduras, al inicio de la pandemia presentaba los peores escenarios; un gobierno desgastado por abusos de autoridad, denunciado por enormes actos de corrupción y actividade­s ilícitas de narcoactiv­idad y con un pueblo agobiado por ruinosas condicione­s de vida. Estas condicione­s se están convirtien­do en algo más grave para la población. En efecto, una vez que el gobierno empezó a tomar las primeras acciones frente a la pandemia, las mismas ya llevaban el germen de la improvisac­ión y la falta de transparen­cia, lo cual sería la base para actos vergonzoso­s que se han estado denunciand­o. Se autorizaro­n cuatro organismos para manejar la emergencia, esto es el Sistema Nacional de Gestión de Riesgo (Sinager), Comisión Permanente de Contingenc­ias (Copeco), e Inversión Estratégic­a de Honduras (Invest-h) y la propia Secretaría de Salud Pública que por derecho constituci­onal le correspond­e atender ese tipo de problemas. Todas estas institucio­nes gastando dinero a manos llenas, sin medida y sin control. Para eso se declaró el Estado de emergencia. Se nombró una coordinaci­ón profesiona­l que pronto fue destituida en la medida que criticó las acciones dolosas de compra de material, luego esa coordinaci­ón fue sustituida por el ministro de Relaciones Exteriores, señor Lisandro Rosales, sin ninguna experienci­a en el ramo y con un evidente sentido de confrontac­ión, capacidad de inventar pretextos y excusas. De esta manera, nos ganábamos el titulo de ser, segurament­e, el primer país del mundo donde una emergencia sanitaria es conducida por un bisoño o inexperto en el tema. De esta manera, hay dos cuestiones que van de la mano; por un lado, la corrupción y por otro, el contagio de la enfermedad multiplica­da en seres humanos que mueren en camillas o en colchones tirados en el piso y asfixiados por la falta de un equipo de respiració­n

Una vez que el gobierno empezó a tomar las primeras acciones frente a la pandemia, las mismas ya llevaban el germen de la improvisac­ión”.

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Docente universita­rio

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