El gobierno no da pie con bola
Cuando un gobernante no tiene una estrategia que se corresponda con las necesidades que tiene el país, la constante es la improvisación y el inadecuado uso de los recursos.
Se ha dicho que el covid-19 es una pandemia por ser una enfermedad contagiosa que se propagó rápidamente, afectando simultáneamente a la generalidad de países y personas durante un período corto. Una pandemia tiene características comunes, aunque actúa de diferentes formas según edad, género y comorbilidad, incluso, el tratamiento y resultados que se obtienen varía de acuerdo al nivel de organización de la sociedad, capacidad, liderazgo y transparencia de sus dirigentes en el manejo de los asuntos públicos. La pandemia nos está demostrando que el desarrollo económico es importante, pero no lo es todo, es necesario contar con un gobierno capaz de generar confianza; un ejemplo de lo anterior lo vemos en los Estados Unidos y Brasil, países con un alto nivel de desarrollo, pero que en las circunstancias actuales están exhibiendo un pésimo tratamiento a la población, como resultado de sus malos gobiernos. Por el contrario, países con pocos recursos, cuando estos se administran adecuadamente, con dirigentes estatales creíbles e incorruptibles, reducen los costos económicos y los daños a la salud. Honduras, al inicio de la pandemia presentaba los peores escenarios; un gobierno desgastado por abusos de autoridad, denunciado por enormes actos de corrupción y actividades ilícitas de narcoactividad y con un pueblo agobiado por ruinosas condiciones de vida. Estas condiciones se están convirtiendo en algo más grave para la población. En efecto, una vez que el gobierno empezó a tomar las primeras acciones frente a la pandemia, las mismas ya llevaban el germen de la improvisación y la falta de transparencia, lo cual sería la base para actos vergonzosos que se han estado denunciando. Se autorizaron cuatro organismos para manejar la emergencia, esto es el Sistema Nacional de Gestión de Riesgo (Sinager), Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), e Inversión Estratégica de Honduras (Invest-h) y la propia Secretaría de Salud Pública que por derecho constitucional le corresponde atender ese tipo de problemas. Todas estas instituciones gastando dinero a manos llenas, sin medida y sin control. Para eso se declaró el Estado de emergencia. Se nombró una coordinación profesional que pronto fue destituida en la medida que criticó las acciones dolosas de compra de material, luego esa coordinación fue sustituida por el ministro de Relaciones Exteriores, señor Lisandro Rosales, sin ninguna experiencia en el ramo y con un evidente sentido de confrontación, capacidad de inventar pretextos y excusas. De esta manera, nos ganábamos el titulo de ser, seguramente, el primer país del mundo donde una emergencia sanitaria es conducida por un bisoño o inexperto en el tema. De esta manera, hay dos cuestiones que van de la mano; por un lado, la corrupción y por otro, el contagio de la enfermedad multiplicada en seres humanos que mueren en camillas o en colchones tirados en el piso y asfixiados por la falta de un equipo de respiración
Una vez que el gobierno empezó a tomar las primeras acciones frente a la pandemia, las mismas ya llevaban el germen de la improvisación”.