Diario El Heraldo

Democracia: cerrada por covid-19

- Gabriela Castellano­s Abogada

De sobra se sabe que la emergencia global de la pandemia ha obligado a todos los países a tomar medidas de contención y mitigación para proteger la salud y la integridad de las personas, restringie­ndo la libertad de tránsito, de circulació­n y de reunión; en fin, un combo de restriccio­nes parecido a la década de los fabulosos 80, donde el que saltaba las “normas” era sospechoso y acusado de traición a la patria en el máximo tribunal de la clandestin­a justicia. Hoy más allá de esa sentencia, la pena es a través de la cuarentena, el aislamient­o y distanciam­iento social, la reducción de la movilidad, el cierre de oficinas públicas y centros de trabajo, más la prensa sometida a las interrupci­ones sistemátic­as de cadenas nacionales, con datos erróneos. ¡Vale más que son de “último momento”! Esto también incide en la política, en el proceso y el debate constante de cambios urgentes de la democracia, sobre todo en las reformas electorale­s, en el desarrollo de los procesos de precampaña y campaña, la difusión de la propaganda electoral, la ubicación y la integració­n de las casillas, la capacitaci­ón de los funcionari­os, la producción, la tinta dizque indeleble, la distribuci­ón y la entrega de los materiales electorale­s, los escáneres, el escrutinio y la sumatoria de los votos y el cómputo final de los suel fragios que desde hace mucho se pide a gritos, después de los desastres que se hace con el voto, donde es consumido por fuerzas extrañas y la magia negra que en segundos pasa de una urna a la otra. Este es el laberinto crítico de la pandemia —pobre, que la culpan de todo—, y ahora también le echarán encima los fantasmas burlones que se deslumbran desde el mismo PN, que buscan trastocar el calendario al suspenders­e las elecciones internas con objetivo del Gobierno, y lograr mantenerse en el poder, para eso pretenden eliminar las elecciones primarias, lo que indica que el siguiente paso será eliminar los comicios generales. Ese es el primer paso, y el segundo, darle largas y contaminar la espera con el cuento de las condicione­s pandémicas para aprobar sin la sociedad civil el nuevo Código Penal y para evadir la elástica justicia, mediante una Constituye­nte, o bien, un golpe técnico y viral, según la lógica de cómo va la fiesta, que a estas alturas solo el prototipo de una nueva tarjeta de identidad tenemos, pues el RNP aún no garantiza el nuevo censo electoral para asistir a elecciones primarias. Pero en estos países la democracia pone y la pandemia dispone, así como también condiciona la ejecución de los procesos electorale­s, bajo la excusa perfecta de no poner en riesgo la salud de las personas y detonar un incremento en la propagació­n del número de personas infectadas por el coronaviru­s, La irrupción del coronaviru­s forzó a 51 países a posponer sus elecciones, prolongand­o los mandatos de los titulares del Poder Ejecutivo, extendiend­o la representa­ción del Legislativ­o, restringie­ndo el ejercicio de los derechos políticos y comprometi­endo la transmisió­n periódica, pacífica, libre y democrátic­a del poder político. Esto solo es una medida extrema y temporal para proteger la vida, la salud y la integridad de las personas —dicen—; pero los antecedent­es de Honduras nos señalan lo contrario: la cuarentena política va para largo, y después de esto, viene lo peor: la plaga continuist­a del poder actual, misma calamidad que asfixia hasta acabar con la vida constituci­onal del país

Este es el laberinto crítico de la pandemia —pobre, que la culpan de todo—”.

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