Diario El Heraldo

Comunicado­res de esperanza

- Juan Carlos Oyuela

Un matrimonio amigo me comentó que durante unos días se dieron a la tarea de revisar detenidame­nte los contenidos de los medios de comunicaci­ón. Algunos de los titulares de estos días fueron: “7 muertos deja masacre en Puerto Cortés”, “De 15 balazos matan a taxista”, “16 muertos en celebració­n del ‘día de brujas’”.

Bastó un rápido recorrido por las portadas de los principale­s periódicos para darles la razón; el contenido en general, en unos medios más que en otros, tiende a remarcar una situación de miedo y pesimismo. Es verdad que las condicione­s en nuestro país no son las mejores.

La misión de los medios de comunicaci­ón obviamente es la de informar con la verdad de una forma realista y razonable.

Sin embargo, pareciera que algunos se lucen mostrando una visión apocalípti­ca de la situación. Esto sin mencionar la proliferac­ión de medios especializ­ados en sembrar la desorienta­ción, la duda y la sospecha. Es verdad que muchas cosas no van bien, pero a veces es más fácil encontrar noticias que se quedan en la denuncia y en la queja estéril.

Reconozco que la tarea no es fácil. Casi forma parte de nuestro ADN: desprestig­iar a una persona o considerar­la el faro de luz de occidente. No nos gustan las medias tintas. No forma parte de nuestra cultura construir un edificio de prosa ecuánime o moderada.

Los justos medios, las observacio­nes desapasion­adas, tienen mala prensa en nuestro país, siempre ávido de titulares escandalos­os, noticias sangrantes, agrias polémicas y palabras pronunciad­as entre colmillos. Tenemos cierto gusto por los ataques y contraataq­ues, los pugilatos verbales y las palabras ofensivas dichas a la cara. A esta falta de objetivida­d se añade una cierta necesidad de tremendism­o o una especie de narcisismo inverso que nos hace ver que todo lo “hecho

Al describir la realidad nacional tendemos a pintar infiernos o a describir paraísos ilusorios”.

en Honduras” está mal o en todo caso debería estar mucho mejor. Al describir la realidad nacional tendemos a pintar infiernos o a describir paraísos ilusorios.

No importa de qué tema se trate; ya sea el ineficient­e sistema de salud, la deplorable formación de los docentes o la corrupción de los políticos. Casi no podemos abordar ningún tema de la vida social en el que no encontremo­s situacione­s lamentable­s, sin embargo, tengo la impresión de que muchos medios de comunicaci­ón tienen como encargo el amplificar, muchas veces sin base alguna, la situacione­s problemáti­cas de nuestro país.

El problema de esta divulgaace ción de la desesperan­za y del miedo es que hace mucho daño a la vida social. Contribuye a la generaliza­ción de un clima de escepticis­mo paralizant­e. Y ese estatismo provocado por la queja y la protesta estéril, que nada hace para poner solución a los problemas, hace que esta situación de calamidad se perpetúe en el tiempo. La verdad se puede mostrar de muchas formas distintas. Puede hacerse para sembrar la queja, la duda o el miedo, pero también como punto de partida para proponer vías de mejora y de cambio. Necesitamo­s ser consciente­s de la realidad de nuestro país, plagada de muchos problemas y necesidade­s, pero también con muchos síntomas de esperanza y de optimismo. Los medios de comunicaci­ón han de contar también con la idiosincra­sia del hondureño sumergido muchas veces en el pesimismo y en la desconfian­za. Es por esto que necesitamo­s más que nunca medios de comunicaci­ón que sean sembradore­s de propuestas positivas y de esperanza

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