Comunicadores de esperanza
Un matrimonio amigo me comentó que durante unos días se dieron a la tarea de revisar detenidamente los contenidos de los medios de comunicación. Algunos de los titulares de estos días fueron: “7 muertos deja masacre en Puerto Cortés”, “De 15 balazos matan a taxista”, “16 muertos en celebración del ‘día de brujas’”.
Bastó un rápido recorrido por las portadas de los principales periódicos para darles la razón; el contenido en general, en unos medios más que en otros, tiende a remarcar una situación de miedo y pesimismo. Es verdad que las condiciones en nuestro país no son las mejores.
La misión de los medios de comunicación obviamente es la de informar con la verdad de una forma realista y razonable.
Sin embargo, pareciera que algunos se lucen mostrando una visión apocalíptica de la situación. Esto sin mencionar la proliferación de medios especializados en sembrar la desorientación, la duda y la sospecha. Es verdad que muchas cosas no van bien, pero a veces es más fácil encontrar noticias que se quedan en la denuncia y en la queja estéril.
Reconozco que la tarea no es fácil. Casi forma parte de nuestro ADN: desprestigiar a una persona o considerarla el faro de luz de occidente. No nos gustan las medias tintas. No forma parte de nuestra cultura construir un edificio de prosa ecuánime o moderada.
Los justos medios, las observaciones desapasionadas, tienen mala prensa en nuestro país, siempre ávido de titulares escandalosos, noticias sangrantes, agrias polémicas y palabras pronunciadas entre colmillos. Tenemos cierto gusto por los ataques y contraataques, los pugilatos verbales y las palabras ofensivas dichas a la cara. A esta falta de objetividad se añade una cierta necesidad de tremendismo o una especie de narcisismo inverso que nos hace ver que todo lo “hecho
Al describir la realidad nacional tendemos a pintar infiernos o a describir paraísos ilusorios”.
en Honduras” está mal o en todo caso debería estar mucho mejor. Al describir la realidad nacional tendemos a pintar infiernos o a describir paraísos ilusorios.
No importa de qué tema se trate; ya sea el ineficiente sistema de salud, la deplorable formación de los docentes o la corrupción de los políticos. Casi no podemos abordar ningún tema de la vida social en el que no encontremos situaciones lamentables, sin embargo, tengo la impresión de que muchos medios de comunicación tienen como encargo el amplificar, muchas veces sin base alguna, la situaciones problemáticas de nuestro país.
El problema de esta divulgaace ción de la desesperanza y del miedo es que hace mucho daño a la vida social. Contribuye a la generalización de un clima de escepticismo paralizante. Y ese estatismo provocado por la queja y la protesta estéril, que nada hace para poner solución a los problemas, hace que esta situación de calamidad se perpetúe en el tiempo. La verdad se puede mostrar de muchas formas distintas. Puede hacerse para sembrar la queja, la duda o el miedo, pero también como punto de partida para proponer vías de mejora y de cambio. Necesitamos ser conscientes de la realidad de nuestro país, plagada de muchos problemas y necesidades, pero también con muchos síntomas de esperanza y de optimismo. Los medios de comunicación han de contar también con la idiosincrasia del hondureño sumergido muchas veces en el pesimismo y en la desconfianza. Es por esto que necesitamos más que nunca medios de comunicación que sean sembradores de propuestas positivas y de esperanza