Diario El Heraldo

Morazán, un genio en la batalla de El Espíritu Santo

EL HERALDO visita la comunidad salvadoreñ­a de El Espíritu Santo, donde et estratega militar salió herido pero ganó la batalla contra Francisco Ferrera

- EL ESPÍRITU SANTO, SESORI, SAN MIGUEL, EL SALVADOR Faustino Ordóñez Baca El Heraldo faustino.ordonez@elheraldo.hn

Una angosta calle de tierra en regular estado, que sube y baja lomas e interrumpi­da por tres ríos de poco caudal, es la única ruta que conduce a El Espíritu Santo, nombre legendario que lleva una de las batallas protagoniz­adas por el general Francisco Morazán, en la cual salió herido, pero no vencido.

Al presenciar este silencioso ambiente boscoso en el que se ve uno que otro animal doméstico que habita en las pocas casas distantes a kilómetros entre sí, el visitante se pregunta ¿cómo pudo haber pasado en aquellos tiempos un hombre que sacrificó su vida por ver a su pueblo liberado y unido?

El 6 de abril de 1839, en El Espíritu Santo, y en sus últimos años de vida, el mártir de la Patria libró una batalla más logrando derrotar al caudillo hondureño Francisco Ferrera, aliado de Carrera, del clero y de la aristocrac­ia guatemalte­ca.

Para llegar a El Espíritu Santo es necesario apoyarse de algún guía hasta cierto punto y después preguntar con frecuencia por los pueblos, aldeas (cantones) y caseríos que se encuentran sobre terrenos irregulare­s y con calles estrechas y de tierra.

Sobre la Carretera Panamerica­na que va hacia San Salvador, después de San Miguel, está el desvío de Moncagua, de ahí una vía pavimentad­a lo conduce hacia el pueblo de Chapeltiqu­e y de este hay que seguir la ruta hasta Sesori, San Miguel.

Del desvío agarra para arriba

La gente de El Salvador es muy servicial, atenta y colaborado­ra, sobre todo si se trata de visitantes extraños.

“Del desvío agarra para arriba, hasta el tope, después a la izquierda”, señaló una humilde señora que junto a dos más hacían tortillas en un viejo comal en la salida de Sesori, municipio al que pertenece El Espíritu Santo.

Sesori es un pueblo tranquilo. Sus 14,500 habitantes viven en 11 cantones y 80 caseríos, son muy atentos, humildes y trabajador­es. El municipio, cuyo alcalde es René Alexander Portillo, se extiende sobre un área de 203.3 kilómetros cuadrados. Pese a estar en Sesori aún faltaba mucho para llegar al escenario donde Morazán, acompañado de Cabañas, Gerardo Barrios y otros, demostró su genio militar, pues estaba consciente que el enemigo “tenía casi cuatro veces el doble de la fuerza que él comandaba”, según su biógrafo Eduardo Martínez López.

El equipo de EL HERAL- DO va cumpliendo con las instruccio­nes de los humildes pobladores. Los vidrios del carro abajo, más por razones de prevención que por temor, porque a lo largo del recorrido no ocurrió nada que lamentar.

“En el desvío de Mal Querido hay un muro de bloque, ahí agarra la calle de tierra a la derecha”, señaló con su mano extendida un campesino, quien con su machete desenvaina­do salía de limpiar un cementerio.

Los corrales de piedra

La calle de tierra hacia El Espíritu Santo es angosta, en regular estado, algunas veces empedrada, casi despoblada. Se atraviesan tres ríos y de pronto al terminar una empinada, sobre una pequeña planicie, se ve un corral con ganado Brahman.

Al frente, a unos veinte metros, otro corral, amplio, con zacate y rodeado por un cerco de piedra, semidestru­ido por el correr de los años. Algunas piedras están en el suelo, pero la mayoría conserva aún el espacio donde fueron colocadas antes de la memorable batalla de 1839.

Era el momento -11:30 de la mañana- en que EL HERALDO llegaba al sitio exacto donde “al día siguiente (Morazán) ocupó la hacienda de El Espíritu Santo, parapetand­o parte de sus fuerzas en unos corrales de piedra”, según el relato de Lorenzo Montúfar, citado por Eduardo Martínez López en su “Biografía del general Francisco Morazán” (1890).

El sitio de la batalla

Al frente del corral de piedra está la escuela El Espíritu Santo, donde tres profesores le dan clases en dos turnos a unos 85 alumnos provenient­es de las 15 casas de la aldea y de los caseríos más cercanos.

“Aquí les inculcamos los valores, se les hace saber las causas de las luchas, los ideales”, informó Carlos Araniba, subdirecto­r del centro escolar.

Al frente de la escuela el Estado salvadoreñ­o erigió una estatua en memoria de Gerardo Barrios, nativo de esta aldea y quien, a sus 26 años, formó parte de las huestes morazanist­as en la batalla de El Espíritu Santo y otras que comandó el intrépido soldado.

Gerardo Barrios, nativo de El Espíritu Santo, fue soldado y lugartenie­nte de Morazán y gracias a su pensamient­o

liberal, y por liderazgo propio, logró, posteriorm­ente, ser presidente de El Salvador.

Los dos cerros

EL HERALDO encontró los dos pequeños cerros de los que se aprovechó Morazán para poner a pelear entre sí a sus enemigos, aprovechán­dose de la oscuridad de la noche y luego atacarlos por detrás hasta derrotarlo­s.

El profesor Anariba y los alumnos Josael Carranza y René Carranza acompañaro­n a EL HERALDO a estas pequeñas alturas ubicadas a unos cien metros del corral de piedra donde el héroe sublime registró “una de las páginas más gloriosas de la historia”, según su biógrafo Martínez López.

Minutos después se incorporó al recorrido Israel (Lito) Ruiz, originario de este cantón, quien se identificó como descendien­te del héroe Gerardo Barrios. “Mi papá todavía llevaba el apellido Barrios”, confesó con orgullo.

“Todas estas tierras eran de la familia Barrios”, añadió. Uno de los cerros tiene unos 50 metros de altura y otro más pequeño está al frente, separados por una pequeña planicie con cierto desnivel.

El genio militar

El 5 de abril de 1839 hubo cruentos combates al ser atacadas en la hacienda las fuerzas de Morazán y Cabañas, que lograron repeler las tropas de Ferrera “quedando el campo cubierto de cadáveres”.

Uno de los oficiales de Morazán, Narcizo Benítez, murió. “Esta pérdida irreparabl­e no hizo decaer el ánimo de Morazán” quien, según su biógrafo, aparecía en todo momento arengando a sus huestes “apoyando el punto más amenazado”.

Por la noche de ese 5 de abril hubo un cese al fuego. Los enemigos de Morazán y de la Patria grande se replegaron a los dos cerros citados. El héroe legendario tuvo una idea que solo un genio la podría fabricar.

Por la madrugada del 6 de abril, aprovechán­dose de la oscuridad, ordenó que las tropas del enemigo fueran provocadas de tal forma que se pelearon entre ellas mismas, momento que aprovechó Morazán para atacarlas por detrás provocando su fuga. “En el campo quedaron 319 cadáveres, entre los heridos se hallaba el general Cabañas y el expresiden­te” (Morazán), concluye su biógrafo

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FOTOS: DAVID ROMERO 1 4 3

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