COMPLEJO RETORNO
Somos el segundo país con las escuelas cerradas por más tiempo. Los estudiantes se fueron a sus casas, el ministerio hizo lo que pudo para enfrentar la situación y los docentes enfrentaron obligadamente a la realidad de nuevas exigencias, muchas de las cuales no podían cumplirlas. Los padres y las madres tuvieron que asumir la tarea de la escuela, en condiciones poco ventajosas y alternando con sus quehaceres laborales. Para ellos la tarea no ha sido fácil, porque no hay formación en métodos de enseñanza formal.
Los estudiantes enfrentaron el aislamiento, el distanciamiento en sus relaciones sociales y sobre todo la falta de apoyo en su proceso de aprendizaje. Pareciera que hay conciencia, sobre todo en los estudiantes de bachillerato, que en casa no han logrado el aprendizaje que es posible lograr en la escuela. Nuevamente, surge en la conciencia el papel y la importancia de la escuela en el proceso de socialización y de aprendizaje. La escuela merece y debe transformarse pero no suprimirse.
Con la Pascua, se anuncia el regreso a las actividades presenciales. Han dejado libertad a los padres y las madres de decidir. ¿Se ha dimensionado el problema de atender grupos estudiantiles, simultáneamente en dos modalidades? En la presencial, el papel de docente es la clave; en lo virtual, los estudiantes, seguramente hasta sexto grado, necesitan de apoyo auxiliar. ¿Se diferenciarán los grupos según la modalidad de enseñanza? ¿Habrá seguimiento al aprendizaje efectivo en cada modalidad?
Hay conciencia sobre las diferencias entre las dos modalidades y también sobre las implicaciones y exigencias que, para el docente, tiene cada una de ellas. Por esta razón, la vuelta a la escuela es compleja por la gran diferencia en tipos y tamaños de escuela que se tiene. No todas son iguales, no todas tienen lo mismo. El ministerio, tal como es su responsabilidad, está acreditando a los centros para el retorno presencial. Verifican, tengo entendido, el cumplimiento de las normas de bioseguridad, el número de alumnos por sección, el espaciamiento, y entre otros, los turnos de enseñanza.
En el sector público, ¿conviene hacer una categorización de centros escolares para dar lineamientos diferenciados para la apertura a la presencialidad? Las escuelas que tienen desde parvularia a sexto grado, que funcionan en terreno e infraestructura propiedad del Estado, que tienen un número determinado de matrícula y de docentes y funcionan en un solo turno, tendrían capacidad para organizar dos grupos en dos turnos. ¿Es posible con los docentes?
Habrá diferencia si en la misma infraestructura funcionan dos escuelas, una en el turno matutino y otra en el vespertino.
Partiendo que las normas de bioseguridad obligan a reducir al 50 % la densidad poblacional en las aulas, ¿se podría aspirar a 3 días de clase presencial por grupo incluyendo el sábado? Con esta limitación, ¿se logrará el aprendizaje efectivo? ¿Será posible modificar los horarios de los docentes para satisfacer el 50 % del derecho de aprendizaje?
Complicada es la situación para centros educativos públicos con mayor oferta y que funcionan los dos turnos. La flexibilidad para adecuarse se reduce. Allí no hay opción. Son tantas diferencias en la oferta en centros educativos públicos que no es fácil establecer un lineamiento generalizado para el sistema. Será necesario ampliar la capacidad de cobertura para promover la efectividad de la enseñanza. ¿Los gobiernos municipales deberían asumir su responsabilidad en el tema? Desde el nivel central y con la complejidad del tema, es un gran reto responder a la diversidad.
Son tantas diferencias en la oferta en centros educativos públicos que no es fácil establecer un lineamiento generalizado para el sistema.