Iglesia conmemora 25 años de muerte de Mons. Rivera Damas
El arzobispo de San Salvador fue para la entidad católica un pilar importante en la negociación entre gobierno y guerrilla durante la guerra civil y facilitador para los acuerdos de paz.
“El aporte del arzobispo Rivera Damas a nuestro país es inmenso, nunca podremos agradecerle lo suficiente. Él fue, después de Dios, el gran artífice de los acuerdos de paz.” JOSÉ LUIS ESCOBAR ALAS, ARZOBISPO DE SAN SALVADOR.
“Era un hombre esquemático, tranquilo, paciente, aguantador, se apegaba a ambos lados; era metódico, eso fue parte importante para que su gestión fuera teniendo éxito.” GREGORIO ROSA CHÁVEZ, CARDENAL DE EL SALVADOR.
La iglesia Católica salvadoreña conmemoró el 26 de noviembre el 25 aniversario de la muerte de monseñor Arturo Rivera Damas, el quinto arzobispo de San Salvador, quien fue el que sucedió a san Óscar Romero, luego del asesinato de este en 1980. A Rivera le tocó tomar el mando de la iglesia en la parte más cruenta de la guerra civil y fue para muchos quien impulsó el proceso de la negociación entre el gobierno y la guerrilla. Su nombramiento de arzobispo, sin embargo, no fue de inmediato, antes estuvo designado como administrador de la arquidiócesis de San Salvador desde el 11 de abril de 1980.
Un poco más de dos años después, el 28 de febrero de 1983, es designado por el papa san Juan Pablo II como arzobispo de San Salvador
“El aporte del arzobispo Rivera Damas a nuestro país es inmenso, nunca podremos agradecerle lo suficiente. Él fue, después de Dios, el gran artífice de los acuerdos de paz”, dijo el actual arzobispo José Luis Escobar, en una misa de conmemoración el pasado martes.
La visión sobre él no es exclusiva de Escobar Alas, así lo valora también el cardenal Gregorio Rosa Chávez y el sacerdote Jaime Paredes, quien en un artículo del semanario Orientación, el periódico oficial de la iglesia Católica, lo llama “el pacificador de nuestra tierra”.
Paredes se refiere también a él como “hombre magnífico y ‘desconocido’”, sin aclarar el por qué le atribuye el segundo adjetivo.
Lo que si hace el sacerdote es un recuento de lo que fue la vida de Rivera Damas al frente de la iglesia Católica, en la que destaca como una de sus obras más importantes la creación de la Tutela Legal, la que creó en 1982 sin ser arzobispo todavía, que fue destinada a dar auxilio y atención a las víctimas del entonces conflicto armado.
OBISPO DE LA NEGOCIACIÓN
En 2017, en una entrevista que brindó el cardenal Rosa Chávez a LA PRENSA GRÁFICA, en el marco de los 25 años de los Acuerdos de Paz, definió a Rivera Damas como “el obispo del momento para la negociación” y lo define como “un hombre esquemático, tranquilo, paciente, aguantador, se apegaba a ambos lados (ejército y guerrilla), era metódico, eso fue parte importante para que su gestión fuera teniendo éxito”.
El cardenal dice que la primera tregua que se suscitó en la guerra fue precisamente propuesta por Rivera, lo que decía mucho de su capacidad negociadora.
Arturo Rivera Damas, que nació el 30 de septiembre de 1923, fue ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1953, luego el 30 de julio de 1960 pasa a ser el obispo auxiliar de San Salvador y en septiembre de 1977 el papa Pablo VI lo designa como obispo de Santiago de María. Murió el 26 de noviembre de 1994.
“Su vida es un auténtico testimonio de fe. Su palabra siempre iluminada con la sabiduría divina, es fuente de luz para todos y ahora desde el cielo junto a monseñor Romero y los demás mártires y santos intercede por nosotros”, dijo Escobar Alas.