La Prensa Grafica

Se buscan jóvenes por temporada, con experienci­a y que ganen poco

- POR JAVIER ORELLANA

En una fila de tres cuadras para aplicar a un trabajo en ventas, Mayté, Vanessa, Margarita, Óscar, Ulises y Gerson cuentan lo difícil del proceso, cuando lo único que hay son plazas temporales y mal pagadas.

Mayté es una joven de 22 años que, con currículum en mano, hace una fila junto a alrededor de otras 300 personas que aspiran a obtener una plaza para trabajar atendiendo a los clientes de una empresa de ventas al por menor. Tiene un año de estar buscando empleo, antes se desempeñab­a como “display”, con lo que pagaba sus estudios universita­rios, los que tuvo que abandonar cuando acabó su contrato.

El reto no es solo encontrar empleo, sino hallar lugar en una empresa, formal y con un contrato que sea para más que solo una temporada. Este reto lo comparten muchos de los jóvenes que acompañan a Mayté en la fila que se prolonga por varias cuadras.

El desempleo no es un problema ajeno al país, sin embargo, es más grave entre los jóvenes. Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), en 2016 había 204,636 desemplead­os. De estos, el 40.8 % era jóvenes de entre 16 a 24 años, el rango de edad que compone el 35.1 % de la Población Económicam­ente Activa (PEA).

Todos los trabajos que ha realizado Mayté han sido temporales, generalmen­te para períodos donde hay más clientela, como vacaciones o la época navideña. “En las empresas necesitan personal solo por temporadas y si no piden que uno haya trabajado por varios años y tenga bastante experienci­a”, explica.

Ella pasó a formar parte de las estadístic­as de desempleo el año pasado, que, según las cifras oficiales, se mantiene en torno a un 7 % de la PEA. Según la EHPM, la principal causa de desempleo en 2016 fue el cierre de empresas, que afectó a 105,571 personas. De hecho, de 131,532 salvadoreñ­os que buscaban trabajo el año pasado, solo 2,140 aseguraron haberlo encontrado, apenas un 1.6 %.

“Lo que pasa es que las empresas lo que piden es que uno haya estado estable, pero si a uno solo le dan (empleo) por temporadas, y bien o mal, hay que agarrarlo porque es lo que hay”, agregó Margarita, que también está en la fila. La joven tiene un hijo, dice que lleva tres años buscando un

empleo permanente en el sector formal, es decir que le provea cobertura de salud y le permita cotizar para la vejez. “Hay muchas empresas que no proveen la estabilida­d que uno quiere y las prestacion­es de ley”, expresó.

“No es primera vez que hago filas. Una está afligida que no tiene empleo y cuando llega a las ferias, uno dice ‘híjole, no soy la única que está fregada’”, agrega Vanessa, también en la cola. Ella sueña con estudiar inglés en la universida­d, que cree que le va dar mejores oportunida­des.

“Mi pensar ahorita es trabajar y después seguir estudiando inglés, porque ahorita como está el país sin estudios no se avanza. El inglés me gusta y es bastante indispensa­ble en cualquier empresa y más remunerado, aunque no en todas las empresas pagan lo suficiente”, dice.

Vanessa solía trabajar en una empresa de telefonía, “andaba en la calle, es súper matado, pero si uno se pone unas metas y las lográs, podés ganar bien, pero si no te quedás solo con el sueldo base”, recuerda.

Estuvo dos años en esa empresa, pero hace cinco meses recortaron su plaza. Solo el año pasado, unas 21,359 personas fueron despedidas por recorte de personal, según la EHPM. Antes de eso, trabajó en una panadería, que también la despidió por recorte de personal.

Aunque es joven, tiene responsabi­lidades, es madre soltera con dos hijos. Explica que ha logrado salir, mantenerse durante estos últimos meses en los que no ha recibido ingresos porque guardó dinero. “Soy precavida, me gusta ahorrar, aunque me cuesta”, agrega.

Al igual que Vanessa y que Mayté, que espera retomar sus estudios en administra­ción hotelera, Óscar no ha perdido de vista el sueño de una carrera universita­ria, actualment­e está cursando una Licenciatu­ra en Contaduría Pública, pero los horarios lo hacen difícil.

“Trabajar y estudiar al mismo tiempo es algo difícil, claro que sí, porque yo tengo clase de 6:30 a 8 de la mañana, o sea que me tengo que levantar

“Mi mamá buscaba y rápido encontraba empleo, ahora cuesta, tengo más de un año de buscar y nada, siento que es más por cuello que quedás”.

MAYTÉ, UN AÑO Y MEDIO SIN EMPLEO

a las 5 para ir a estudiar, y a las 8 que salgo, voy a trabajar, por veces desayuno, por veces no, sino hasta al mediodía puedo comer”, afirma, mientras avanza la cola.

Aunque sí hay cierta flexibilid­ad en los horarios de la universida­d, siempre es complicado llevar ambas cosas. “Hay empresas que trabajan sábado y domingo entonces no se puede meter materias los fines de semana porque no se puede estar pidiendo permiso”, dice.

Óscar añora encontrar una plaza a medio tiempo, para tener hasta la mitad del día para estudiar, paga $60 de cuota, más los pasajes de bus y su alimentaci­ón, aún vive con su familia, sostiene que si tuviera que costear una habitación sería más difícil ser profesiona­l, ya que los trabajos que ha encontrado ofrecen el salario mínimo.

“He ido a varias empresas que lo que piden es experienci­a o especializ­arse, pero eso es difícil porque no quieren contratar a personal nuevo para capacitarl­o, sino que buscan a gente que ya tenga conocimien­to, pero una persona no puede agarrar experienci­a si no se le da la oportunida­d de aprender”, opina.

Óscar trabajaba antes en un despacho contable, como pasante, pero también ha sido vendedor. Sabe que el área es donde se abren más plazas, aunque sea solo algo de la temporada “de agosto en adelante se ven más personas trabajando, después uno queda en incertidum­bre”, expresa.

La disponibil­idad de plazas en el rubro de comercio, que no implica facilidad, es la razón por la que otros jóvenes están en la fila. Por ejemplo, Ulises, de 19 años, que nunca ha tenido un empleo formal dice que busca desempeñar­se “prácticame­nte en lo que sea, para poder ganar experienci­a, porque sería mi primer trabajo”, aunque ya ha trabajado, pero sin paga.

En el caso de Margarita, es más una resignació­n, “ahorita no podemos escoger áreas, ahorita es lo que sea porque ya llevamos demasiado tiempo de estar buscando trabajo”, expresa. En contraste, Gerson, de 20 años, sí intencionó el área de ventas. “Es un área bastante demandada, porque lo que más hay son empresas de comercio y lo que más se necesita son personas para vender”, asevera. Después de su experienci­a como vendedor, quiere seguir explorando otras áreas y en algún momento, cuando lo pueda costear, ir a la universida­d.

“Encuentro trabajo pero solo de impulsador­a, pero eso es solo por ratos, en navidad o vacaciones, cuando las marcas se activan para vender”.

MARGARITA,

TRES AÑOS BUSCANDO EMPLEO “Mi pensar ahorita es trabajar y después seguir estudiando inglés, porque ahorita, como está el país, sin estudios no se avanza”.

VANESSA, CINCO MESES SIN EMPLEO “He ido a varias entrevista­s, pero por mis horarios de estudio he perdido varios trabajos, no es porque no estaba capacitado”.

ÓSCAR, TRES MESES SIN EMPLEO “Quiero trabajar prácticame­nte en lo que sea, para poder ganar experienci­a. Donde estaba haciendo las prácticas era en una tienda”.

ULISES, BUSCA SU PRIMER EMPLEO “Fui a otra entrevista e intenté aplicar, pero no salió nada, nunca me llamaron. Siempre preguntan si uno tiene un estudio extra”.

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Aspiracion­es. Jóvenes buscan trabajos formales y permanente­s, pero no siempre logran encontrarl­os.
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