La Prensa Grafica

Oriente Medio,la guerraque viene

- David Hernández ESCRITOR hernandezd­avid500@gmail.com

Con la agonía del Estado Islámico (EI) por las contundent­es derrotas sufridas tanto en su filial siria por parte del presidente Bashar Al Assad, apoyado por Rusia, Irán y China (Alepo), como en Irak (Mosul), por parte del Ejército iraquí apoyado por los Estados Unidos (EUA) y Arabia Saudí, el tablero geopolític­o regional, una vez definida cierta estabilida­d en la situación de Siria, se plantea como la confrontac­ión entre dos potencias regionales: Arabia Saudí e Irán.

El enfrentami­ento no solo es religioso, entre un Irán chiita y una Arabia Saudí sunita, las dos principale­s ramas religiosas del Islam; político, entre un Irán apoyado por Rusia y China y una Arabia Saudí apoyada por EUA y la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN); cultural, entre una Arabia Saudí donde aún rige la medieval ley islámica (Sharia), e Irán donde los ayatolás reformista­s están modernizan­do el Estado; bélica, entre un Irán que se sospecha posee la bomba atómica y una Arabia Saudí que tiene la protección de las potencias atómicas de EUA e Inglaterra; sino también de geopolític­a regional entre un Irán apoyado por Siria, Líbano, Catar, y con fuerte influencia en Irak y Yemen gracias a su población chiita, y una Arabia Saudí apoyada por los Estados del Golfo Pérsico, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Jordania y Egipto.

El teatro de guerra escogido es Yemen, azotado desde 2015 por una cruenta guerra civil que lleva ya más de 10,000 muertos, la mayoría civiles, y que enfrenta una coalición de países árabes encabezada por Arabia Saudí contra la rebelión de los hutíes locales (chiíes de la rama zaidí), que constituye­n un 40 % de la población yemenita, y que son apoyados por Irán. Los hutíes tienen el control de facto del gobierno en su capital norteña, Sana, y tienen asediada la capital del Sur, Adén. A ello se suma el accionar independie­nte de grupos yihadistas suníes de Al Qaeda y el EI, que han fortificad­o sus posiciones en el sureste del país.

Este escenario tiene antecedent­es históricos que se remontan a la caída del Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial cuando Francia controló Siria, e Inglaterra Irak, y finalmente en 1932 cuando, promovida por Inglaterra, fue fundada Arabia Saudí.

Las fronteras de los países trazadas con reglas y compases en las mesas imperiales de Londres y París fueron de nuevo removidas luego de las guerras del golfo promovidas por EUA.

La intervenci­ón norteameri­cana convirtió a Afganistán e Irak en Estados fallidos donde los señores de la guerra controlaba­n territorio­s y donde la estabilida­d política dejó de existir.

El sueño del Gran Oriente diseñado por los neo-conservado­res de Bush Jr. se estrelló con la pesadilla de un Irak incendiado y dividido en tres franjas (sunitas, chiitas y kurdos).

La esperanza estadounid­ense de prender, a raíz de las primaveras árabes, una escalada insurrecci­onal en Siria que derrumbara al régimen de Bashar Al Assad les enfrentó con China, Irán y Rusia, que proclamaro­n Siria como la última frontera del expansioni­smo estadounid­ense de la región.

Ahora la confrontac­ión entre un Irán apoyado por China y Rusia y una Arabia Saudí, aliada incondicio­nal de Trump y de la OTAN, parece más probable que nunca, una vez se quiten las máscaras en la guerra civil de Yemen.

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