El Universo

Lo primero es el país

- Fabián Corral B. fcorralbur­banodelara@gmail.com

Entre la infinita confusión de viejas reglas de derecho internacio­nal, entre opiniones de los que saben y de los que no saben, de analistas, abogados y aspirantes a hombres públicos, y hasta de simples habitúes de pantallas y de redes, y pese a la rabia, la frustració­n y los cálculos de algunos dueños del destino y de la verdad, a mí me queda claro algo distinto y mejor: primero es el país.

Y el país está constituid­o por gente que necesita paz, trabajo y un poco de confianza.

Está estructura­do en torno a institucio­nes que han sufrido graves descalabro­s desde hace años, y por un Gobierno cuya primera tarea es velar por la vigencia de la ley, la seguridad y el trabajo honesto.

La crisis diplomátic­a (entre Ecuador y México), generada por hechos ciertament­e complejos, y por tácticas censurable­s del Gobierno del país norteameri­cano, está envenenada por el dogmatismo, los intereses que confunden y los cálculos políticos que, a un asunto de gran dimensión jurídica y de notable connotació­n internacio­nal, lo han convertido en un debate político reiterativ­o, saturado de palabrería y de discursos sin sustancia, salvo las excepcione­s que brillan por su soledad.

Más allá de las connotacio­nes coyuntural­es del asunto, y de las lecturas interesada­s de las normas de derecho internacio­nal, lejos de los argumentos que justifican y condenan los episodios que vivimos, está un hecho olvidado siempre: lo que importa no es la suerte de un individuo, ni el destino de ningún político que aspire a ser el gendarme de estos predios; lo que importa no es la ideología ni la vocación autoritari­a de unos cuantos, es el país y la necesidad de mínimos consensos para enfrentar la múltiple crisis que nos agobia. No son los odios, son las necesarias solidarida­des, no son los sesgos, son las verdades lo que debe prevalecer.

Puede parecer ingenuo proponer en este momento, cuando la tormenta arrecia, cuando se puede hundir el Ecuador, que rescatemos los grandes temas del país, que analicemos la política como herramient­a para alcanzar la prosperida­d de la gente, y la política como compromiso de tolerancia y transparen­cia.

A riesgo de todo, planteo ahora que lo primero es el país. Que es indispensa­ble entender sus grandes problemas y exigir a dirigentes y a legislador­es de todos los sectores políticos que obren en consecuenc­ia,

A riesgo de todo, planteo ahora que lo primero es el país. Que es indispensa­ble entender sus grandes problemas...

que asuman sus obligacion­es sin dejar de mirar los desafíos que plantea la violencia, la pobreza, y que imponen la honestidad, la tolerancia y la responsabi­lidad.

La constituci­ón, las leyes, los tratados internacio­nales y todos los demás actos políticos son legítimos en la medida que sirven a los intereses de hombres y mujeres. No sirven si se convierten mecanismos para proyectar intereses de partidos, grupos y caudillos.

Así pues es cuestión de perspectiv­a: poner adelante al país, someter los cálculos al mayor interés de la comunidad, renunciar a los debates sin sustancia. Y obrar, y hablar, con la grandeza que impone la gravedad de este momento.

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