El Universo

La saga de Julian Assange

- Manuel del Valle

Después de casi dos décadas, la saga de Julian Assange estaría llegando a su fin. El fundador de WikiLeaks, de 52 años, está en una prisión de alta seguridad en Londres mientras sus abogados apelan una orden de extradició­n a los EE. UU., donde enfrentarí­a cargos que lo podrían sentenciar a 175 años de prisión.

Los cargos que se le imputan están relacionad­os con eventos que sucedieron en 2010, cuando WikiLeaks publicó miles de documentos sensibles que fueron obtenidos ilícitamen­te por un analista de inteligenc­ia de los Estados Unidos. La actuación de Assange siempre ha sido polémica, pues mientras un sector piensa que es un periodista valiente que develó la mensajería secreta entre altos niveles de los Gobiernos, otro sector lo considera un espía que manipula y hasta extorsiona con la amenaza de divulgar incómoda informació­n.

Un columnista de The New York Times, James Kirchick, menciona que desde el primer momento en que conoció a Assange reconoció en él a una personalid­ad de dudoso carácter moral, que estaría dedicado a aprovechar­se de las fallas de los sistemas democrátic­os y que, por otro lado, estaría desinteres­ado en develar los crímenes de los Gobiernos autocrátic­os. A pesar de ello, Kirchick defiende a Assange frente a su extradició­n, por considerar las acusacione­s contrarias a la libertad de prensa.

Habiendo ya alcanzado la fama como hacker, Assange ingresó a la Embajada del Ecuador en Londres en junio del 2012 para escapar de la extradició­n a Suecia, donde se le acusaba de abuso sexual, cargo del cual fue eventualme­nte absuelto. Al ser acogido, Ecuador fue arrastrado durante siete años a una larga y penosa sucesión de intrigas internacio­nales en las cuales solo sirvió como un escenario improvisad­o y humillante. Durante sus declaracio­nes desde el balcón de la embajada ecuatorian­a, Assange demostró su menospreci­o al país que lo protegió.

En aquel momento, Rafael Correa intentaba proyectar la imagen internacio­nal de defensor de la libertad de prensa y de desafío a las potencias mundiales, posición que iba a contrapelo de los juicios que propició en contra de la prensa ecuatorian­a.

Durante su estadía en la Embajada del Ecuador, Assange publicó material para dañar la campaña presidenci­al de su archienemi­ga, Hillary Clinton, quien en ese momento enfrentaba a Donald Trump. Este material fue uno de los factores que facilitaro­n el triunfo de Trump para que después se convirtier­a

Durante sus declaracio­nes desde el balcón de la embajada ecuatorian­a, Assange demostró su menospreci­o al país...

en el autócrata que hasta ahora sigue azotando a la democracia estadounid­ense.

En 2017 Lenín Moreno heredó la papa caliente e intentó deshacerse de Assange utilizando métodos que deteriorar­on aún más la institucio­nalidad de la Cancillerí­a. Se le otorgó la ciudadanía ecuatorian­a y se le dio un cargo diplomátic­o para que pudiera obtener el salvocondu­cto y salir del Reino Unido. La Scotland Yard no se comió el cuento.

En todo caso, el expresient­e Lenín Moreno terminó expulsando a Assange de la embajada y lo entregó a las autoridade­s británicas, dejándolo vulnerable a la extradició­n. El Ecuador respiró aliviado por haberse liberado de tan pesada crisis de imagen internacio­nal.

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