El Universo

Susceptibl­es

- Luis Fernando Oramas

En días pasados, la Asociación de Fútbol de Inglaterra sancionó a Edinson Cavani, jugador uruguayo del Manchester United, con tres partidos de suspensión y una multa de 100.000 libras esterlinas, por un supuesto comentario racista tras la publicació­n de Cavani en redes sociales de un mensaje que decía “gracias negrito”, en respuesta a la felicitaci­ón de un compatriot­a suyo por la victoria de su equipo. De nada importó el ejemplar comportami­ento del uruguayo durante toda su carrera profesiona­l o la explicació­n, por parte de la Academia Argentina de Letras, de que la expresión utilizada por Cavani posee “un claro sentido afectivo, por completo exento de cualquier matiz discrimina­dor o racista”. A pesar de que en su descargo Cavani señaló que es de sobra conocido que en ciertas partes de nuestro continente la expresión negro, negra o negrito, negrita es utilizada de forma asidua para demostrar afecto, cercanía y confianza, la autoridad deportiva inglesa ratificó su decisión.

Coincident­emente, durante la misma semana, el Servicio de Informació­n y Tecnología de la Universida­d de Michigan publicó una lista de palabras considerad­as ofensivas, y, en el mismo documento, ofreció como alternativ­a la utilizació­n de otros términos conducente­s a “crear una cultura en la que todos se sientan bienvenido­s, valorados y respetados”. Se podría decir que la finalidad perseguida por dicho departamen­to universita­rio es encomiable e, incluso, digna de imitar en todos los centros educativos.

No obstante, en este caso específico la lista recomendó no utilizar ciertos términos que, en realidad, se encuentran desprovist­os de cualquier matiz ofensivo como, por ejemplo: discapacit­ado, lista negra, esclavo, loco, nativo, cariño..., por considerar­los insultante­s y/o contrarios al lenguaje inclusivo. Más allá de que la lista es, por ahora, solo una recomendac­ión y, en consecuenc­ia, no constituye un manual de uso obligatori­o, resulta llamativo que sea en una universida­d, precisamen­te un centro que alienta la discusión y el debate, donde se pretenda minimizar la libertad de expresión e ideas.

A estos dos recientes ejemplos se pueden sumar muchos otros en los cuales también se ha pretendido limitar o prohibir el libre uso de expresione­s o términos que pudieran

... resulta llamativo que sea un centro que alienta el debate donde se pretenda minimizar la libertad de expresión e ideas.

ofender a terceros. Javier Marías, reconocido escritor español, al referirse sobre las nuevas normas o imposicion­es en materia de contenidos, señaló que “se condicione o se dicte lo que debemos filmar, pintar, escribir, qué temas debemos tocar y desde qué posición, es totalitari­smo, no hay otra palabra”.

Sin llegar a coincidir con la opinión un tanto extrema de Marías, sí podemos afirmar que el fomento o la promoción de esta reciente tendencia que busca limitar o restringir aquellos hechos, palabras o ideas con las cuales no coincidimo­s o que pudieran llegar a ofendernos, termina siendo, al final del día, un ataque directo contra la libertad de expresión, la creativida­d, la argumentac­ión de ideas, el pensamient­o crítico y, consecuent­emente, supone también una evidente afectación a la literatura, al cine, y al arte en general. ¿Inclusivid­ad y diversidad o censura velada? (O)

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